Las advertencias de los vecinos finalmente se cumplieron. En la madrugada de ayer (25 de febrero), en medio de un nuevo enfrentamiento entre bandos opuestos, un adolescente de 13 años falleció después de recibir innumerables golpes, un disparo de arma de fuego y hasta un puntazo.El hecho ocurrió a pocos metros de donde en la madrugada del último jueves los mismos vándalos incendiaron una vivienda y desataron el pánico entre los habitantes del complejo habitacional, en otro capítulo de un combate “cuerpo a cuerpo” por el dominio territorial.Tras el hecho, trabajaron en el lugar efectivos de guardia de la Unidad Regional X, que contaron con la colaboración de varios móviles de Gendarmería Nacional, quienes habrían quedado apostados en el barrio de manera preventiva.Un final anunciado“La próxima vez va a haber un muerto”, había dicho una vecina a este medio en las primeras horas del jueves, horas después de otra cruenta batalla que enfrentó a menores de los barrios San Lorenzo viejo y A-4 (autodenominados como “los de la Loma”, ya que anteriormente vivían en Loma Poí).Ayer, lamentablemente, el vaticinio de la mujer se cumplió en inmediaciones a 174 y 57, a metros de la esquina donde aquel día ardió la vivienda de Marcela Venialgo y Alberto Cantero.“Ya por la tarde estaban tomando ‘sus cosas’ en la plaza. Pasábamos y nos decían que nosotros teníamos la culpa porque presentamos una nota por la inseguridad”, contó a PRIMERA EDICIÓN una vecina, quien prefirió mantenerse en el anonimato por temor a represalias.Según los habitantes de la zona, los menores se mantuvieron en el lugar hasta entrada la madrugada. Entonces, alrededor de las 3.30 de ayer, comenzó una discusión conotro grupo. Como siempre, de las corridas y los gritos todo pasó a una violencia extrema en la que volaron botellas, ladrillos, palos, se escucharon disparos de arma de fuego y se vieron armas blancas.En total, contaron los vecinos, la trifulca fue protagonizada por más de treinta menores de edad. “Estaban todos ahí y de repente algo pasó y se dispersaron. Recién entonces pudimos ver que había quedado un cuerpo tendido en la calle”, contó un hombre que siguió desde su casa lo que sucedía.Al parecer, en medio de la pelea, uno o varios de los salvajes muchachitos le dispararon en el tórax a Marcos Gabriel Olivera (13). La víctima cayó al suelo y, al parecer, fue ultimada con un destornillador.Todo esto según el testimonio de los vecinos, ya que todavía se espera el resultado de la autopsia.Cuando la violencia cesó, los vecinos más arriesgados salieron de sus viviendas y se encontraron con el desesperante cuadro: Olivera yacía sin vida sobre el empedrado. Minutos después, efectivos de la Unidad Regional X de la Policía de Misiones arribaron al lugar y llevaron adelante las pericias correspondientes.Por la mañana, en tanto, llegaron para reforzar la seguridad de la zona hombres de la Gendarmería Nacional.En el lugar también estuvo el magistrado César Yaya, al frente del Juzgado de Instrucción 2 de la Primera Circunscripción Judicial, y el comisario mayor Emilio Galarza, jefe de la UR-X, quienes se entrevistaron con los habitantes del complejo.Tras las primeras diligencias, Yaya ordenó diversos allanamientos en el barrio que arrojaron la detención de, al menos, seis individuos cuyas identidades no trascendieron a la prensa. A dos cuadras de la escena, los familiares de Olivera aguardaban la llegada del cuerpo para el último adiós.Luego del sangriento episodio, en el barrio A-4 todo era preocupación. Tanto, que muchos vecinos habrían decidido abandonar sus viviendas y mudarse rumbo a otros horizontes, con el lógico temor de transformarse en las próximas víctimas.Uno de los vecinos contó que “se matan entre menores por culpa de los mayores, porque hay instigadores de la violencia, como los punteros políticos que sólo hacen su ‘negocio’ y enfrentan a los pibes”, y, según su mirada, dijo que se trata de “una realidad que será muy difícil de cambiar”.Quizás sin quererlo, el hombre entrado en años trazó un paralelismo entre lo sucedido ayer en A-4 con lo que pasa a diario en las favelas de Brasil, como en aquella que fue retratada con lujo de detalles en el film que recorrió el mundo.Es que mientras los vecinos siguen viviendo con miedo, los más chicos se quitan la vida por razones que no comprenden y que parecen imponerle los más grandes, en una realidad que desespera.
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