Pronto estaremos iniciando un nuevo ciclo lectivo que pone fin al tiempo de descanso, nos impone un nuevo ritmo a las actividades y moviliza a toda la sociedad. Obviamente cada vez que tenemos que empezar de nuevo, nos invade una sensación de resistencia y preocupación, que nos predispone a que la tarea sea un poco más agobiante de lo que realmente es. Por ello, es conveniente revisar las actitudes y el ánimo con que nos predisponemos arrancar este nuevo comienzo, que sin duda marcará la alegría de un buen inicio. Más de una vez nos damos cuenta que no estamos contentos de ejecutar las cosas que nos toca hacer. Es que muchas veces se realizan por necesidad económica, por la presión de los demás o porque no hay otra opción. A menudo nos encontramos con personas que piensan: “Debería estar haciendo algo mejor que este trabajo”; “debería estar ganando mucho más de lo que gano”, etc., lo que nos predispone para iniciar con una cierta resistencia.Cada vez que iniciamos un nuevo año de actividad laboral, es bueno que centremos nuestra atención en las tantas bendiciones que rodean ese comienzo. Toda apertura nos recuerda que hemos sido elegidos para celebrar la vida y dar lo mejor de nosotros mismos. Un naciente año lectivo, es un nuevo llamado para ser protagonistas de nuestra vida, con las tantas bendiciones que Dios nos regala; salud, trabajo, familia, amistades etc. que nos acompañan por encima de todo y que nos abren nuevas oportunidades en la vida. Que nuestra mirada no esté puesta en las adversidades, sino en las oportunidades que nos trae todo comienzo. La actitud que debe primar en todo principio, debe basarse en la alegría de ser llamados para comenzar una nueva etapa; y la consciencia plena de que la verdadera satisfacción no depende de lo que hacemos, sino cómo hacemos lo que nos toca ejecutar. En este sentido, cada uno de nosotros somos dueños y únicos responsables de nuestras propias alegrías o frustraciones. Y esto mucho depende de la actitud con que encaramos la vida.Cuando iniciamos cada tarea sepamos que “trabajar es orar”, tiene una dimensión espiritual que va mucho más allá de una simple actividad. Cada vez que llevamos a cabo un trabajo, santificamos a nuestro entorno con el bien que cada uno hace con generosidad. Es por ello que cualquier tarea bien hecha, con honestidad y recta intención, se convertirá en ofrenda y oración a Dios. Cuando nos pese la carga y la responsabilidad de los desafíos de la vida, sepamos que si orientamos nuestras responsabilidades hacia Dios trabajaremos mejor de lo que sabemos. Porque sin duda, es el mismo Dios quien hace posible que se generen frutos abundantes de nuestros esfuerzos y multiplica bendiciones en cada una de nuestras entregas. Para que haya abundantes frutos en nuestro año de trabajo, San Pablo nos recuerda en su carta a los Tesalonicenses: “No apaguen el fuego del espíritu” (1 Tes 5,19).Que nuestra vida esté centrada en Dios y que el Espíritu Santo sea el animador de la esperanza en nuestras adversidades.Los animo a que iniciemos el año, cada mes y cada mañana con el firme propósito de encarar la vida con alegría y entusiasmo. Con la confianza puesta en Dios, no permitiremos que nada, contrariedades, disgustos, incomodidades, etc., nos quite la felicidad de empezar este nuevo año de trabajo y estudio. Que tomemos la decisión de vivir enteramente felices, comenzando cada día de nuestra vida de manera proactiva y optimista siendo artífices de nuestras alegrías y felicidades. Que el comienzo de este nuevo año laboral, sea motivo de esperanza para todos y compromiso firme de levantarnos cada mañana con el deseo ferviente de poner todo en las manos de Dios para que eventualmente veamos la mano de Dios en todo.
Discussion about this post