El director del Departamento Jurídico de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA), Horacio Meguira, repudió los despidos como forma de represalia contra trabajadores sindicalizados, y calificó estas medidas como “una práctica arraigada para impedir que se constituyan organizaciones genuinas que cumplan su finalidad”.“Lo más importante es que estos trabajadores recuperen sus fuentes de trabajo”, remarcó en una entrevista exclusiva a PRIMERA EDICIÓN, Meguira, quien desde la CTA trabaja para la reinstalación de aquellos que perdieron su empleo bajo estas circunstancias.Repasó que estos casos se repiten en distintos puntos del país, “sabemos que hay una larga historia con estos tipos de penalizaciones, al igual que la utilización de barras bravas”. Apuntó contra los gremios mayoritarios que “actúan como guardias en defensa de los intereses patronales, en lugar de la defensa de los trabajadores”.“En general los sindicatos así constituidos, los sindicatos empresas, los sindicatos mafiosos, reaccionan de manera violenta ante la aparición de organizaciones de trabajadores genuinas”, mencionó y calificó de “peligrosos” a esos personajes.En Misiones, contó el ejemplo de la lucha que llevan adelante cinco choferes que fueron despedidos de la empresa de transporte público de Oberá, Capital del Monte, luego de que conformaran la filial Misiones de la Unión de Conductores de la República Argentina (Ucra-CTA).“A lo largo y a lo ancho del país, cada vez que se conformó una seccional de Ucra, hubo despedidos, a tal punto que en la última reunión que hubo en Buenos Aires se dio cuenta de la cantidad de comisiones directivas que total o parcialmente continúan con juicio de reinstalación, esto es una conducta repetitiva”, advirtió.Indicó que esta conducta tiene su origen en la imposición que hacen desde la Unión Tranviarios Automotor (UTA) a los empleadores. Esta modalidad, agregó Meguira, se repite en otras actividades. “Es una práctica arraigada para impedir que se constituya organizaciones genuinas que cumplan su finalidad”, aseveró. Aclaró que si bien “el sindicato es una organización defensiva de trabajadores”, la finalidad “se fue deformando”. “Gran parte de los sindicatos que tuvieron ese origen empiezan a servir a otros intereses; ya sean intereses de partidos políticos, del Estado o de patronales”, agregó.Reflexionó que “una sociedad sin sindicato, es una sociedad injusta” al precisar que “no hay en el mundo una sociedad que sea justa y no haya una justa distribución de la riqueza que no tenga sindicato. Independientemente de las deformaciones o de la mala imagen que tienen algunos sindicatos”.Explicó que el verdadero sentido de todo el proceso de desindicalización que se intentó en la Argentina se debe fundamentalmente a los cambios que se produjeron en la década del 90, “cuando uno de los requisitos que impuso el capitalismo globalizado fue que no hayan sindicatos”.Destacó que uno de los grandes problemas que tuvo el sindicalismo “fue la adecuación a las modificaciones en la producción que hubo en el mundo”; problemática a la cual Argentina no estuvo exenta”. No obstante, Meguira aclaró que el país sí “es una excepción en cuanto a la fuerza” al reconocer que “Argentina tiene el sindicalismo más fuerte de Latinoamérica, a pesar de todas estas contradicciones”, concluyó.
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