Un día desperté con una extraña sensación, descubriendo que era capaz de largar pájaros por la boca, salían de ella pichones de distintas clases y colores. Querían volar, pero torpes caían sin fuerzas, realizando inútiles intentos para lograrlo.Poco a poco -y, ayudándose entre ellos- pudieron hacerlo. Yo también les enseñaba, al tiempo que de mi boca salían más y más pájaros, cada vez más, firmes y seguros, pero no tardaban en convertirse en mozos fuertes, de bellos colores y plumajes.Hubo quienes, al verlos salir de tan inusitado nido, compartieron su alegría confesándome en secreto que ellos eran capaces de expulsar no solo pájaros sino también mariposas, de muchas alas y flores multicolores y, hasta se los enseñé creando entre nosotros una maravillosa complicidad aérea.Pero no solo alegrías provocaron mis amados hijos, hubo quien le habló de alegrías y otras cosas llegando a colocar ganchos en mis labios, creyendo casi impedirles a la salida para siempre.Pero se equivocaron, no había fuerzas, ni ganchos ni armas que les impidiera salir. Me convertí en una verdadera jaula humana.Sentía que me ahogaba de pájaros.Así como intentaban volar, los impulsé a navegar por mis arterias y venas. Mostrándoles el camino, los guiaba despacito por mi sangre sintiendo en mi interior la pureza de sus plumas y el cosquilleo suave de sus trinos. Poco a poco fueron llegando a mis brazos, los que se alargaban indefinidamente para transportar su delicada carga, convertido en río de sangre y alas, a mis manos, donde se introdujeron como finos hilos alados.Corrí al jardín en un atardecer resuelto ser pájaros y luces.Una dulce sensación cosquillante, alada multiforme, terminó por apoderarse de mi ser. El apremio por liberarlo era ya una necesidad de la que no podía ni quería desprenderme.Sentí estallar las yemas de mis dedos, al tiempo que chorros de sangre y pájaros pintaban de fuego el horizonte.Habían triunfado. No necesitaban ya de mi boca, otras diez la suplían; esta vez sin jaula ni trampas ni ganchos. Por fin fui libre dentro de mis pájaros. Ellos lograron partir a costo de mi vida.Me enardecí como la atmósfera. El sol al esconderse derritió mis ojos cansados de mirar el infinito…
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