En la cabecera del puente San Roque González de Santa Cruz, a medio camino de la estación del tren internacional, un grupo de doce pescadores subsiste de lo que logran extraer del río. Uno de ellos es Albino Costa (60) quien vive en esa margen del Paraná, en la zona donde alguna vez existió el barrio San Cayetano, donde aprendió el oficio de pescador cuando era tan solo un niño. Hace casi 30 años, don Costa empezó una lucha “imposible” por su dignidad: no aceptó irse a vivir lejos del río, cuando la Entidad Binacional quiso relocalizarlo junto a su familia en el alejado barrio San Isidro, pero sin reconocerle sus derechos a una indemnización porque ya no iba a poder hacer lo único que sabe hacer para vivir: pescar. “Me querían llevar muy lejos del río, que es mi forma de trabajo. Como exigí una indemnización empezó un juicio, pero la causa nunca se resuelve”, lamentó. “No exijo más de lo que me corresponde y que la EBY me tenía que haber dado allá por el año ‘79: la vivienda y la indemnización que me corresponde por dejar la actividad que es mi medio de subsistencia”, dijo a PRIMERA EDICIÓN.Ahora que el hombre pudo levantar una precaria casilla entre la estación del tren internacional y la aduana, vuelve a tener miedo, porque las obras del Centro de Frontera y de las nuevas casillas de Migraciones avanzan a ritmo vertiginoso y su casilla quedó en la traza del asfalto. “Sí o sí tengo que salir pero no tengo a dónde ir, todavía nadie se acercó a decirme nada, pero el asfalto de las obras del centro de frontera avanzan y la traza pasa irremediablemente por donde Albino levantó su carpa”.Otro drama se aproxima“Todos los días las máquinas avanzan con los trabajos, ahora están entoscando el terreno y casi los tengo encima de mi casa, pero nadie se acercó siquiera a hablar conmigo”.Consultado sobre si se acercaron para resolver su situación, dijo: “No tengo ningún tipo de conversación con la EBY, para que vean mi situación y la de mi familia. Jamás se acercaron a intentar dialogar o a ofrecerme aunque sea un kilo de harina. Desde que quemaron mi casa nunca me dieron un kilo de harina. Necesito que se acerque alguien, sea de derechos humanos, si es que los derechos humanos existen, pero que se acerque alguien. Soy un simple pescador, el más limpio que hay, porque vivo del agua y la cuido. Tengo mi familia, soy esposo, padre de cuatro niños, uno de ellos es bebé recién nacido, lo que pido es para ellos porque otra cosa no puedo darles y yo ya soy viejo”, fue su desgarrador testimonio. Hace poco, la entidad binacional resolvió los casos de cinco de sus compañeros, “pero al resto ni se nos acercaron”, dijo apenado.“Es una injusticia, con tantas obras millonarias hechas y nunca se preocuparon por arreglar las situaciones de los pescadores que todavía trabajamos en la costa”, denunció.“Somos pescadores hace más de 30 años, tenemos un derecho y vamos a lucha por él”, dijo decidido. “No tengo nada y mi vida fue el agua, y siempre viví de eso, entonces mi esperanza es poder darle una casa a ellos (por su familia) antes de irme de este mundo. Esa es la esperanza que me queda, porque ahora que soy viejo y salgo de acá ¿dónde me van a dar trabajo?, lo veo difícil”, aseguró.De todas maneras, y pese a la adversidad Albino se mostró determinado: “Terminaré mis días acá en el agua, voy a hacer el aguante que sea necesario y si me tengo que ir de este mundo será acá”. Causa judicialHace ocho años, Albino Costa denunció en la Justicia Federal -por el supuesto incendio intencional de su vivienda -a un grupo de guardias de seguridad de la EBY, en el año 2009, el proceso sigue abierto y él espera que también -en algún momento- se haga justicia. “Como una vez ya me quemaron la casa tengo miedo de que un día me encuentre con que me pasaron la topadora encima, porque yo no tengo nadie que me defienda. Sigue en el juzgado federal la causa por mi casa, pero si se llega a repetir la situación qué puedo hacer ante esas topadoras poderosas”, describió.El pescador teme que si ello llegara a ocurrir “me voy a quedar en la calle porque no tengo el sustento para mi familia. Pido que me devuelvan algo de lo que me quitaron, que ya ni pescar se puede porque no hay peces en el río”, dijo con la mirada en el horizonte.Fotos: M.Fedorischak
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