El aporte de créditos a tasas accesibles de entre 30 mil y un millón de pesos y con asistencia técnica a proyectos “sostenibles y generadores de empleo” responde a un diagnóstico certero de la realidad de la provincia y de la responsabilidad del Estado en un contexto crítico como el actual. El gobernador Passalacqua definió con claridad el objetivo de la entidad crediticia, en el acto de inauguración, al afirmar que “no hay ninguna provincia en el país, hoy, que se anime a fondear dinero para multiplicarlo hacia la gente”; reflexión que reafirma la intención, no exenta de riesgos, de cubrir desde el Estado un margen no atendido por el sistema financiero. La apuesta del gobierno provincial recuerda, necesariamente, la función cumplida por las cajas de crédito asociadas al movimiento cooperativo, de las cuales la Caja de Crédito de Oberá fue la más lograda expresión en nuestra provincia.El ejemplo de la recordada institución crediticia de la Capital del Monte, por otra parte, es aleccionador respecto a la importancia de contar, más allá de los planes nacionales, con instituciones que gestionen desde el interior de la región productiva. Lamentablemente, la experiencia de la entidad obereña se frustró cuando a partir de la sanción de La Ley de Entidades Financieras que impulsó el ministro Martínez de Hoz en 1977, se desalentó, y luego asfixió a las cajas de crédito cooperativo, en favor de la extranjerización y la concentración del sistema financiero. La creación del Fondo de Crédito Misiones, en un contexto muy distinto al que rodeaba a la implementación de la Ley de Cooperativas de 1973, que impulsó las cajas cooperativas; retoma, sin embargo, el espíritu de esas entidades tan necesarias para apuntalar un crecimiento genuino de las economías regionales.
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