Señora Directora: Me pareció muy interesante la nota del Dr. Eduardo Paredes publicada el viernes 10 por ese Diario (La construcción del miedo, página 10) que habla de cómo se utiliza a la inseguridad, más supuesta que real, como una herramienta para el control social. En particular, victimizando y cargando sobre los sectores marginados y extraños (extranjeros, homosexuales, de raza o religión diferentes a la mayoritaria, etc.) la responsabilidad sobre todos aquellos hechos delictivos o pseudodelictivos, generando temor a través de los medios de comunicación y otras vías en ciertas mayorías propensas a absorber ese mensaje xenófobo y discriminatorio.Así, por ejemplo, durante muchos años se cargó sobre la responsabilidad gubernamental sobre una creciente inseguridad en nuestro país, uno de los que menos tasas de criminalidad tiene en la región. Con indicadores de criminalidad similares a Chile y Uruguay, y muy lejanos a países como México, Colombia o Brasil que maliciosamente se suele utilizar como referencia en las falsas comparaciones que se machacan y machacan hasta hacerlos creíbles.La nota mencionada es muy esclarecedora en ese sentido, dejando en claro hacia dónde puede derivar ese estado policial. El ejemplo de ellos es la primera mitad del siglo XX que dio origen a gobiernos de extrema derecha (Alemania, Italia, España, Rumania, para citar solo algunos) y que confluyó en la Segunda Guerra Mundial, con millones de víctimas. Una tendencia similar se observa hoy en el mundo, conllevando un idéntico riesgo.
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