Señora Directora: Las noticias sobre los “hermanos” guaraníes, salvo excepciones, son lamentables. Los vemos mendigando en cuanto pueblo o ciudad hay, entrando a lugares de timba (y están en su derecho) cuando hay días de cobro de planes, durmiendo cual pordioseros (en plazas, parques o veredas), los más chicos dando una triste imagen de su situación, y así la lista sigue. Llegar al Peñón de Mbororé, cerca de Panambí (Misiones) es una exploración al abandono, un hermoso lugar que está a la buena de Dios. Sin indicadores, sanitarios, luces, un lugar histórico, turístico, que quedó en el tiempo, hasta las placas de algún homenaje las robaron. No basta con monumentos al general Andrés Guacurarí, con nombres de plazas o Instituciones. Con darle casas, colchones, frazadas y computadoras donde no hay luz no alcanza. Falta más educación, y hay profesionales para eso. ¡Y que no se diga que no hay fondos! Es posible que se consiga sacar de ese letargo de arrogancia y falta de interés o conocimientos a los “encargados” de velar por los “hermanos guaraníes” y que cobran muy bien para eso. ¿O se seguirá con la misma línea de fracaso que años tras año ha llevado a que esas personas (los guaraníes) estén como están hoy? ¡Si el general Guacurari despierta, esa lanza que empuña no la usaría contra los bandeirantes solamente!
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