Momentos de mucha tensión se vivieron el viernes por la tarde cuando un grupo de automovilistas, que estacionó sus vehículos sobre la calle Córdoba, entre Colón y Félix de Azara, se encontró con sendos avisos de multa debajo del limpiaparabrisas. Para concurrir a una reunión que se desarrollaba en las inmediaciones, buena parte de ellos ocupó los lugares antes de las 15, cuando en la zona aún no cumplían funciones los vendedores de tarjetas. Pero cuando salieron del encuentro, pasadas las 17, se encontraron con los avisos de multa, que implicarían el desembolso de entre 2.000 y 2.500 pesos.Manuel Ramón Rojas explicó a PRIMERA EDICIÓN que “estuve a las 14.45 para una reunión que se realizó en la Cámara de Agencieros y hasta que empezó, a las 15.20, estuve al lado de mi camioneta, junto a mi hijo, y nadie se acercó en esa media hora”. Cuando salió, “me encontré con ésto. No puede ser que él (por el tarjetero) no se acerque a vender su tarjeta. No me niego a pagar los doce pesos, inclusive estuve bien estacionado, no cometí infracciones al tránsito, y ellos me hacen la boleta”. Indicó que son una decena de vehículos los que están en la misma situación y “no puede ser que el tarjetero no se acerque. Cuando salí, estaba en la cuadra pero en ningún momento vino para explicar lo que había pasado. Cuando me acerqué para preguntar, no quiso identificarse y me atendió de mala manera. Me dijo que pagara los 2.500 y ya está”. En la desesperación, Rojas fue hasta el Tribunal de Faltas, donde le contestaron que solamente atienden por la mañana. “Vivo en la localidad de Garuhapé, lo que implica que el lunes tengo que volver para ver cómo se resuelve esta situación, con la pérdida de tiempo y dinero que eso significa”, dijo. Todo esto ocurre porque “los tarjeteros no actúan como deben. Si ellos quieren cobrar tienen que estar en el momento adecuado. Ese es su trabajo. Pero para mí esto es un negocio. Soy del interior y no sé cómo se manejan acá. No sabíamos que teníamos que pagar, y él debería indicar cómo es el procedimiento”, manifestó indignado. Con la misma desagradable sorpresa se encontró María Mercedes Aguilar, que había salido de la misma reunión. “Cuando llegué, diez minutos antes de las 15, no había nadie. La reunión terminó, estoy saliendo y me encuentro con esto. Todavía no tengo idea del monto”, acotó mientras observaba la notificación amarilla. Fotos: O.Ibarra
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