La “vida” es difícil definirla, pero si tuviera que explicarla diría que “vivir” es el estado que me permite hacer lo que hago diariamente con entusiasmo, sumado a tener una “conciencia intacta” para poder registrar todo, comparando lo que fui e hice ayer, con lo que quiero hoy, más lo que pretendo ser y hacer mañana.En la vida sumamos y comparamos sensaciones que experimentamos y recordamos, por lo que sin “memoria” no hay vida completa pues no podemos comparar, también en el vivir existe una “evolución en el tiempo” donde las cosas, seres y hechos se van transformando con el transcurrir de los momentos.Toda vida está envuelta en el tiempo con su “principio” y “fin”, del comienzo nada sabemos porque no depende de nosotros, aunque sí cargamos una historia, pasamos toda la vida temiendo nuestro fin porque llegamos a él totalmente deteriorados y no sabemos qué pasa después. Toda vida posee un “contenido” que da un sentido al existir, haciéndonos disfrutarla o no, es decir de la forma en que llenemos nuestro vivir, tendremos un mayor o menor sentido y felicidad. Llenar nuestra vida más o menos adecuadamente, nos permitirá llegar a la conclusión de si estamos satisfechos y felices con ella, o no.Aunque muchas veces los contenidos con que llenamos nuestro vivir no son los más adecuados, por lo que la desvalorizamos, la desmerecemos e incluso cuando el daño es muy profundo adelantamos la muerte tan temida, a lo que llamamos “muerte en vida”.Muchas situaciones desvalorizan la vida hasta hacernos morir lentamente, son cuando nos esclavizamos a nosotros mismos y a los otros con hábitos imposibles de ser modificados, como el engaño, la envidia, el miedo, el resentimiento y el vicio.Los años suelen “caernos por la cabeza” sin darnos cuenta, convirtiéndonos cerca del final en momias físicas, mentales y espirituales; si no hacemos algo por evitarlo aparecen los comportamientos repetitivos y automáticos, que nos dan cierta seguridad pero nos atan y esclavizan, como por ejemplo recorrer los mismos caminos conocidos diariamente, vacacionar en iguales lugares cada año, usar la misma ropa, evitar compañías nuevas, comer iguales comidas, estar en iguales lugares de la casa, tener horarios estrictos, acostarnos o levantarnos a la misma hora y pensar siempre las mismas “estupideces”. Los “nuevos hábitos” nos parecen horrendos, les tememos pero debemos animamos a buscarlos, sino lamentablemente nos iremos secando antes de tiempo, evitando variaciones y nuevas aventuras.También destruirá nuestra vida, si aceptamos la televisión como fuente única para adquirir conocimientos y como la única experiencia que nos llene, el televisor se disfrazará de un moderno “encantador de serpientes” que nos tendrá embobados día y noche, viviremos viendo cualquier programa sin sentido solo para tener luces moviéndose frente a nosotros, quitándonos espacio para conocer y experimentar el verdadero mundo que nos rodea, y fundamentalmente no nos dejará pensar. También muere antes quien olvida los recuerdos importantes de su vida, sean buenos o malos, sin recoger el adecuado aprendizaje, “OLVIDAR” en parte es bueno para la salud, nos defiende pues nos limpia los excesos de información diarios, pero cuando olvidamos experiencias importantes, nos deshumanizamos transformándonos en “nada”.También la muerte se adelanta cuando adoptamos “comportamientos adictivos” a sustancias, hábitos, drogas, comida, sexo; la vida de un drogadicto se transforma en correr tras una idea fija que es conseguir la sustancia que sacia ese deseo irrefrenable, el cuál una vez calmado en poco tiempo renace con más intensidad.Muere lentamente quien “pierde la pasión” por vivir por lo que hace en su trabajo, por su familia, por encontrar sus metas y por no querer ir tras un sueño sin querer cambiar. Antes de tiempo fallece quien habiendo encontrado su verdadero amor, no realiza el esfuerzo para hacerlo crecer.Recordemos lo que dice Neruda “Muere lentamente quien no viaja, quien no lee, quien no oye música, quien no encuentra gracia en sí mismo. “Muere lentamente quien destruye su amor propio, quien no se deja ayudar.“Muere lentamente, quien pasa los días quejándose de su mala suerte o de la lluvia incesante.“Muere lentamente, quien abandona un proyecto antes de empezarlo, el que no pregunta acerca de un asunto que desconoce o no responde cuando le indagan sobre algo que sabe.“Evitemos la muerte a suaves cuotas, recordando siempre que estar vivo exige un esfuerzo mucho mayor que el simple hecho de respirar.“Solamente la ardiente paciencia hará que conquistemos una espléndida felicidad”. P. Neruda.Todos los comportamientos que nos “matan lentamente” antes de fallecer, son producto de mucho tiempo caminando por un camino equivocado; para cambiarlo podemos tomar la decisión solos o pedir ayuda.Un trato especial merecen aquellas personas enfermas de gravedad, cuyo pronóstico disminuye su esperanza de vida, ellas se enfrentan al conocimiento de que su fin está más o menos cerca y deben acomodar su vida a esta nueva situación.La nueva forma de encarar la vida durante una enfermedad grave es como una lucha cuerpo a cuerpo con un enemigo invisible disfrazado de análisis, sesiones de medicamentos, aplicaciones de rayos, profesionales de blanco con diagnósticos más o menos certeros y mucho miedo.Podemos creer que esta lucha del enfermo grave es individual, pero nos equivocamos, hay una multitud detrás que también sufre como la familia, amigos, profesionales, no profesionales y desconocidos.Estas personas enfermas deben aprender a vivir con un significado diferente de la vida y de la muerte, temiéndole menos, entendiéndola como parte de la vida, convirtiéndola en una experiencia más y sabiendo que se puede ser feliz a pesar de esta dolorosa situación.Aún con poca esperanza de vida podemos darle buen sentido al vivir, donde lo importante es disfrutar a diario y fundamentalmente “luchar”, aprendiendo a vivir día a día buscando una alegría, siendo un regalo para hacerse a sí mismo, donde aún hay sueños y metas que cumplir. Es en estos momentos cuando a la mayoría le surge la necesidad de reencontrarse con su “espiritualidad”, adormecida o escondida por los hechos de la vida.Desarrollar plenamente nuestra espiritualidad en todo momento, significará el aprovechamiento o no de nuestra vida, y la posibilidad o no de curación total en caso de que vivamos un mal mayor. por Bazán J. L. – Médico“Deseo tu opinión”[email protected]
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