En las películas de ciencia ficción la mayoría de las veces, uno de los actores principales es un robot, cuya característica fundamental son sus pensamientos y su conducta lógica y razonada carente de emociones.Existen situaciones de la vida donde el ser humano trata equivocadamente de eliminar la mayor cantidad de sus emociones, porque piensa que son un estorbo, como es el caso en la educación de los médicos donde se enseña que deben aprender a pensar fríamente, casi como robots.También existen situaciones patológicas o enfermedades cerebrales, debido a tumores, traumatismos, hemorragias o cirugías donde se lesiona y anula la función de un sector del cerebro llamada “región fronto parietal” (es la parte del cerebro que se proyecta en la frente y por encima de las orejas). Estos pobres seres siguen siendo tan brillantes como lo eran antes en sus razonamientos intelectuales, en sus pruebas de inteligencia y en su memoria, lógica y atención.¡Pero!: “Pueden narrar cualquier acontecimiento triste o alegre que ocurrió en su vida, dar detalles de lo que sucede alrededor suyo, aunque lo hacen como un observador imparcial, sin mostrar arrepentimiento, tristeza, enojo, frustración o temor. Ni su propia tragedia les provoca dolor, además suelen utilizar mal el tiempo pues se pierden en detalles sin importancia y no saben cuáles son sus prioridades, no tienen conciencia sobre lo que están haciendo.La forma de pensar de estos seres es como si fueran una computadora o un robot, donde pueden dar los pasos previos a las decisiones, pero estas decisiones las toman sin tener en cuenta ningún valor sentimental ni emocional, cada opción es neutra e imparcial, no ponen ningún sentimiento en sus elecciones, por lo que sus decisiones suelen estar siempre equivocadas, aún en las más simples pueden dar argumentos a favor o en contra de cada una, pero a la hora de decidir no saben hacerlo.Estas personas han perdido su capacidad de conocer y entender lo que sienten, y por lo tanto no saben qué es lo mejor o peor dentro de sus preferencias”. Por todo lo anterior a lo que se suman numerosos estudios, debemos entender que para tomar todo tipo de decisiones, no son buenos los extremos, como dice el dicho “Ni muy… muy.., Ni tan… tan…”.Ambos extremos son posiciones muchas veces destructivas para el ser humano, tanto los excesos de sentimientos y estallidos emocionales cargados de ira, tristeza, depresión o rabia; como por el otro lado el razonamiento puro y aséptico “tipo robot” por la falta de sentimientos, en especial de aquellos fundamentales que guían nuestras decisiones de vida, como elegir un trabajo, seleccionar una carrera o elegir un compañero/a.Nuestras decisiones serán equivocadas si las tomamos tanto durante un exceso emocional, como por medio de un exceso racional, necesitamos tener un “equilibrio” entre sentimientos y razón, buscar la sabiduría con la armonía de ambas, guardadas en nuestra memoria a partir de las experiencias.La lógica y los sentimientos se deben unir para poder tomar decisiones, como decidir con quién casarse o divorciarse. Estaremos ciegos y podremos elegir muy mal si lo hacemos con la balanza inclinada hacia un lado con excesos de emociones, o por el otro lado solo con razón y lógica.Poseemos además muchas decisiones mentales que llamamos “intuitivas”, las que muchas veces van en contra de nuestros razonamientos, son como alarmas automáticas sobre un posible peligro potencial en una situación dada, aunque también evitan que caigamos en alguna trampa o nos hacen ver una buena oportunidad.No sabemos a partir de qué razonamiento y experiencias estos sentimientos “intuitivos” se forman, pero sí tenemos la sensación de que debemos seguirlas, por ejemplo cuando sentimos interiormente que “esa persona no me gusta” o “esta situación no me suena bien”, o “hay algo en este procedimiento que no es correcto”, o “la percibo como una excelente oportunidad”.Estos sentimientos nos guían más de lo que creemos y para el investigador A. Damasio son “sentimientos viscerales”, a los cuales llama “marcadores somáticos”.Estas señales intuitivas que aparecen de pronto en nuestra conciencia nos indican la aceptación o no de una línea de acción sin saber porqué aparecen, pero indudablemente obedecen a una función de nuestra mente que no podemos descubrir, y hoy se oculta a nuestro entendimiento.Sin duda, detalles escondidos en nuestra memoria producto de experiencias previas, comparados con las percepciones de detalles actuales, son analizados por nuestra mente sin darnos cuenta (de forma inconsciente), y esta ha llegado a una conclusión, por ejemplo tengo la sensación interna de que esta propuesta de compra de una casa no me conviene aceptarla.Detalles imperceptibles del pasado, podrían haber disparado nuestra “alarma” inconsciente, haciendo aparecer un pensamiento en nuestra mente, sin saber cómo y porqué apareció, como cuando estamos evaluando la compra de una casa: al detectar muchas grietas, más la posibilidad de humedad o derrumbe, ver un arroyo cercano con la posibilidad de que se desboque e inunde la casa, produjo en mí un “razonamiento inconsciente” de “mejor no la compres”; o por el contrario un perfume proveniente de violetas del fondo nos induciría a comprarla por hacernos recordar una situación pasada de delicia con esas flores. Y todo este análisis se realizó de forma Inconsciente, apareciendo como un “cartelito” en nuestra consciencia que llamamos “intuición”, siendo un pensamiento sorpresivo que nos invade y dice solamente “No la compres” o “Sí cómprala”.A este pensamiento visceral inconsciente luego simplemente le podemos hacer caso o no, este es “otro cantar”, pero lo que se aprecia es que nuestro cerebro funciona en forma paralela a nuestra conciencia, recabando información de nuestra memoria, haciendo análisis de múltiples situaciones y dándonos consejos sin que nos demos cuenta.Hoy en día nadie duda que para que existe una buena función mental y psíquica debe haber un buen cableado cerebral, con esto quiero decir que nuestro cerebro en su construcción o sea “arquitectónicamente” debe estar bien construido y bien alimentado, cualquier déficit o alteración de su estructura nos provocará alteraciones en nuestro razonar, sentir y pensar.Un cerebro bien edificado y armado, tendrá buenas posibilidades de proveernos buenas ideas, a lo que debemos sumar “ideas de buena calidad”.por Bazán J. L. – MédicoDeseo tu opinió[email protected]
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