Según el Iaraf, (Instituto Argentino de Análisis Fiscal), el rol distorsivo de este impuesto, entre otras razones por el carácter acumulativo que incide en los precios, había llevado a fines del siglo pasado a que se buscara morigerar pragmáticamente su impacto en la economía con exenciones -alícuota cero- a la producción primaria y a industria, pero en 2001 se produjo un drástico cambio de dirección a causa de la devaluación que siguió a la crisis terminal de ese año. El Iaraf comparó, en un relevamiento reciente, la importancia del impuesto respecto al conjunto de la recaudación propia de las provincias en el período 1991/2015, detectando que durante once años, (1991/2002) representó en promedio el 56,2%; en 2003 -coincidiendo con la suba nominal de la base impositiva- subió a 61,8%;?y entre 2004 y 2015 acumuló un 13,5% de puntos porcentuales, hasta llegar a responder por el 75,5% del total.El estudio apeló al concepto científico de “histéresis”, que describe la capacidad de ciertos materiales de conservar una propiedad más allá de la desaparición del estímulo que la creó, para explicar el desproporcionado salto en la última década. El efecto negativo se complementó con la caída de la participación de impuestos como el Inmobiliario y el Automotor y la aplicación de diversos sistemas de recaudación anticipada; impulsando inequidades como la doble imposición en algunos casos. En la actualidad, se apunta a rediscutir el rol de Ingresos Brutos en el contexto de la reforma de la Ley de Coparticipación; apuesta difícil a la luz de los estragos que causó la “histéresis” en esa norma; que sufrió un sinnúmero de distorsiones a través del tiempo;?casi siempre por decisiones del orden nacional.
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