“Le he pedido tanto a Dios, que al final oyó mi voz por la noche a más tardar yendo juntos a la par”, Pappo, Juntos a la par. Cuando Patricia conoció a Pedro encontró la llave para volver a sentirse más viva. Fue en un viaje, en una ciudad mágica junto a los amigos motoqueros. Esta historia comienza en Oberá, dos años atrás.Ella participaba en casi todos los motoencuentros que se realizaban en la provincia. Esa pasión por los viajes y las motos inició cinco años atrás, gracias a su hijo menor. “Yo era su copiloto y en uno de esos eventos lo vi a Pedro”.El amor los envolvió por completo pero ninguno se animó a decirlo. Todo quedó sellado por miradas en un encuentro que no tendría final. Pasó más de un año para que se volvieran a ver. Fue en un motoasado en el camping de la Asociación de Empleados de Comercio de Oberá (Aeco). Él se le acercó y la saludó. Las horas no alcanzaron para contarse la vida. Ella de 51 años y él, algunos años más. Patricia nacida en Buenos Aires pero desde hace 18 años vive en Oberá, con sus tres hijos. Pedro, fanático de las motos desde muy joven, viajó por casi toda la Argentina. Es de Santo Tomé, Corrientes donde reside junto a sus dos hijas. “A nosotros nos une el amor por el motociclismo, viajar… la ruta”, dijo ella.Cuando se fue, grabó en su memoria esas horas maravillosas: sus manos en las de ella, su cara, la sonrisa. Intentó no olvidar ningún detalle. Los dos entendieron que se tenían que volver a ver pero esta vez no tardarían tanto. Un día tocaron el timbre. Cuando Patricia abrió la puerta creyó que estaba soñando. Ante sus ojos Pedro, la miraba con una sonrisa que se le escapaba de la cara, había viajado los 200 kilómetros que separan Santo Tomé de la ciudad que brilla. “Me invitó a recorrer los Saltos del Moconá en motocicleta. Desde ese día comenzamos a viajar juntos. Ese fue nuestro inicio”, recuerda Patricia.Recorrían 200 kilómetros para verse y otros 200 de regreso. “Algunos decían que no duraríamos por la distancia, pero si uno deposita los sueños en manos de Dios él sabrá guiarnos”. Después de dos años, Pedro le propuso matrimonio y ni bien Patricia dio el “sí” los motoqueros comenzaron a planificar el “motocasamiento”.La boda convocó a más de 130 invitados en el camping Aeco de Oberá. Allí donde hablaron por primera vez.A la celebración llegaron motociclistas de Posadas, Aristóbulo del Valle, Apóstoles, Chaco, Corrientes, Buenos Aires, entre otros puntos. Incluso de otros países como Paraguay y Uruguay. Los novios salieron rumbo al altar en una motocicleta acompañada por otras que formaron una caravana de bocinazos y sirenas a la voz de “viva los novios”. Y así, frente a la familia y los amigos Patricia Dacurso y Pedro Martínez se unieron ante Dios. PorSusana Breska [email protected]
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