La vida de Juan Peretti, un vendedor callejero de esta ciudad que sufre epilepsia, cambió bruscamente hace cinco meses cuando tuvo la mala suerte de sufrir una convulsión y caer sobre una olla con aceite hirviendo. El accidente no solo le provocó graves quemaduras sino que además lo dejó postrado porque se le contrajeron los tendones. Por esa razón, Juan no puede caminar y utiliza para movilizarse una vieja silla de ruedas que le prestaron. El problema es que la silla de ruedas está rota y le resulta imposible utilizarla sobre el piso de tierra de su precaria vivienda, por lo que debe arrastrarse para entrar a su casa. Juan vive al lado de su mamá, de 83 años, quien lo ayuda en todo lo que puede que no es mucho, debido a su avanzada edad y delicado estado de salud. La situación de este hombre es de extrema vulnerabilidad pues ya no puede vender frutas con su carro en la vía pública, actividad por la que todos los vecinos lo conocen, y por ello ya no cuenta con un ingreso propio para subsistir. Grave situación socioambiental La vivienda de Jorge Peretti es una casilla de madera muy precaria ubicada en el barrio Capilla de Jardín América, no tiene rampa ni baño. Para poder entrar a su casa, tiene que bajar de la silla de ruedas y arrastrarse. Jorge necesita con urgencia de una silla de ruedas en buen estado y contención socio-sanitaria. Su lesión -cuenta- es operable, pero mientras tanto necesita con urgencia una silla de ruedas y un mejor hábitat. En la actualidad, no recibe ninguna asistencia de la Dirección de Acción Social. Tampoco recibe tratamiento kinesiológico, por lo que está confinado a una silla de ruedas, que además no es apta para el lugar donde vive, y le resulta muy chica para su contextura física. “Vemos que Juan realmente no puede manejarse solo, entonces debe depender de su familia. Su madre de 83 años, vive al lado; pero no puede ayudarlo mucho. Juan es un hombre de contextura física grande, y se necesita fuerza para moverlo”, describió el diputado Martín Cesino quien lo conoció en una reunión que mantuvo con los vecinos días atrás. “Vivir así es indigno”“Es feo vivir así, dependiendo de otros, sobre todo cuando me tienen que hacer curaciones; pero lo que más necesito es la silla de ruedas, porque no puedo caminar, ni ir a ningún lado. No tengo pastillas para los ataques de epilepsia, nada. Pedí remedios a Salud Pública pero no me traen. Me dicen que tengo que ir a buscar al hospital. Mi madre está grande, apenas ve, es sorda, no escucha, y tiene las piernas enfermas también”, se quejó el hombre.Juan recordó que antes caminaba, y cree que si lo operan podría volver a hacerlo. “Eso me dijo el doctor, pero estoy esperando que se me sanen las heridas; pero sin que me hagan las curaciones va a tardar mucho. Espero que Dios me escuche porque vivir así es indigno”, lamentó.Contó que como el piso de su casa es de tierra, tiene que bajarse de la silla y arrastrarse. “Dejo la silla en la vereda, voy hasta la cama, me acuesto;?al otro día también me arrastro de la misma manera hasta llegar a la silla. Si tuviera una rampa para que pueda llegar estaría bueno; pero no hay quién me haga eso. Mi mamá hace lo que puede, pero ni al baño puedo ir solo. Hasta hace seis meses yo tenía una vida normal, vendía frutas y me las arreglaba, de ahí sacaba para mis remedios. Ahora es imposible, por eso pido ayuda. Necesito una silla de ruedas, una casita adaptada y un baño instalado”, manifestó con pesar. El caso de Jorge Peretti ya está en conocimiento del Ministerio de Salud Pública.
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