La llamada es la clave. Saber quién estaba al otro lado del teléfono, qué quería y qué le dijo a Diego Anyer (20) para que interrumpiera la cena y saliera de manera apresurada. Esa fue la última vez que sus familiares lo vieron con vida. A los pocos minutos, apareció muerto con un disparo en el rostro que literalmente le atravesó el cráneo.El misterio se cierne sobre el caso, que se conoció a última hora del miércoles y tuvo lugar en el sector suburbano de San Vicente, unos nueve kilómetros al sur de la localidad. Salvo un robo, en virtud de que el o los autores no se llevaron nada, las autoridades no descartan ninguna teoría. Sin embargo, por las características del hecho, se inclinan por un “ajuste de cuentas” de trasfondo aún confuso. Amenazas de muerteAnoche a las 20.25 fue apresado en averiguación del hecho un sujeto de 51 años, quien tiempo atrás habría amenazado de muerte a la madre de la infortunada víctima. El jueves a última hora, aguardaban la orden judicial para allanar el domicilio del sospechoso (en San Vicente) y para realizarle el guantelete de parafina (para determinar si utilizó un arma de fuego en forma reciente). Según pudo saber PRIMERA?EDICIÓN, la reconstrucción que por el momento llevan adelante los investigadores de la Dirección Homicidios, de la Unidad Regional VIII de la Policía provincial y el propio magistrado Gerardo Casco, titular del Juzgado de Instrucción 3 de San Vicente y presente en el lugar del hallazgo, se inicia poco más de dos horas antes de que el cadáver sea encontrado.Alrededor de las 20 del miércoles, Anyer compartía la cena con un familiar cuando recibió un llamado telefónico. Sin brindar mayores explicaciones, el joven se levantó de la mesa y abandonó el escenario. Ese allegado no lo sabía, pero sería el último de sus íntimos en verlo aún con vida. Desde allí hasta el hallazgo del joven ejecutado de un balazo, todo es misterio y trabajo para los detectives. Poco se sabe dónde fue, con quién o quiénes se reunió y qué hizo. Alrededor de las 22.20, vecinos del kilómetro 968 de la ruta nacional 14 dieron el alerta a la Policía. Anyer había sido encontrado asesinado en la banquina, a exactamente mil metros de donde vivía. Los uniformados no tardaron en llegar y cercar el área. El médico policial confirmó entonces lo que se veía a simple vista:?había sido un crimen. Anyer presentaba una herida de arma de fuego con orificio de entrada por la mejilla derecha. El proyectil le atravesó la cabeza y escapó por la nuca. Ese plomo era buscado aún anoche por las autoridades en la escena. Ante la situación y tras la entrevista con sus familiares, el juez Casco ordenó el secuestro del teléfono de la víctima, que apareció a a escasos metros del cuerpo, desarmado, quizás producto de la caída. Las pericias serán determinantes, ya que permitirán identificar de manera fehaciente al responsable de ese último llamado y si el mismo guarda algún tipo de relación con el asesinato. Mientras tanto, las hipótesis no son pocas. Por las circunstancias, los investigadores creen estar ante un presunto “ajuste de cuentas”. Los testimonios señalaban a Anyer como un joven de conducta reservada, sin antecedentes ante la Justicia y sin mayores problemas con sus vecinos.
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