Washington es una ciudad diplomática, tanto demócratas como republicanos, la izquierda como la derecha más extrema casi siempre entendieron que el lenguaje de la capital de Estados Unidos es el del diálogo y la tolerancia a veces llevada al límite. Por eso, las protestas masivas en esta ciudad no son algo común.Pero como coinciden de una lado y del otro, Estados Unidos "está viviendo un momento inédito".Así lo repitió una y otra vez Charlie, un empresario hotelero de 60 años que prefiere no dar su apellido cuando cuenta por qué cruzó todo el país, de Miami a Washington DC, sólo para participar de la Marcha de Mujeres que promete convocar a cientos de miles de opositores a Trump el día siguiente a la asunción. "Yo nunca protesté…bah, en los 60’s mis papás me llevaron a una manifestación masiva en Washington por los derechos civiles, pero nunca había participado de una protesta por decisión propia, Ahora creo que hay que salir a hablar, a ponerle un límite a Trump", sentenció convencido, en diálogo con Télam, el hombre de estricto traje y corbata.Charlie es fulminante a la hora de hablar de Trump -"misógino, racista, narcisista"-, pero sólo cuando está seguro que nadie, ningún desconocido, lo está escuchando. No quiere polemizar ni desatar la furia de los simpatizantes de Trump. "Después de todo Estados Unidos sigue siendo un gran país porque todos podemos pensar distinto sin dejar de respetarnos", aclaró.Moriah también es una recién llegada a Washington, pero ella planea ir a la Inauguración, como le dicen los estadounidenses a la asunción presidencial, no a la protesta del sábado. Tiene 13 años, es uno de los mejores promedios del país y por eso fue elegida por un programa federal para participar con otros alumnos y estudiantes más grandes de las celebraciones de la Inauguración. Viaja sola y está nerviosa, pero cuando empieza a hablar de política, una sonrisa y un gesto de confianza toman posesión de su cara. "Estoy emocionada porque no todos pueden ser parte de algo así… pero al mismo tiempo estoy preocupada porque a veces la gente puede llegar a actuar en contra de otros por sus opiniones. Esta Inauguración me genera sensaciones encontradas", contó a Télam la joven que en medio año comenzará el secundario y luego quiere estudiar Ciencias Políticas en la universidad.Parte de la preocupación de Moriah nació en su propia casa en Pensilvania.Cuando sus papás, dos inmigrantes haitianos, se enteraron de que había sido elegida para viajar a la capital del país para ver en primera fila la asunción del nuevo presidente, primero la felicitaron y después le dijeron que "no lo comentara mucho" en la escuela o en el barrio. "Mis papás aprendieron pronto que hay veces que es mejor no hablar, que no conviene expresar sus opiniones políticas…y en los años de las elecciones la gente se vuelve muy parcial, se niega a abrirse", explicó con una sonrisa tímida pero con tono convencido. Pese al temor de sus padres, ella no es pesimista ni apocalíptica. Por el contrario, es una completa pragmática: "Los cambios están y hay que adaptarse".Cuanto más se acerca la fecha de la asunción de Trump más crece la polarización entre los que llegan a Washington para festejar el giro político que dio el país y los que quieren frenar y desactivar este avance conservador y de un nuevo estilo de liderazgo verborrágico, agresivo y polémico. Desde el sábado pasado, a las manifestaciones diarias frente al Senado contra el gabinete de Trump, se sumó una ola de micro protestas en iglesias, librerías, bares y plazas que comenzaron a marcar un nuevo ritmo en la capital estadounidense. El martes la tensión escaló significamente cuando un hombre se intentó prender fuego frente al Hotel Internacional Trump, a sólo unas cuadras de la Casa Blanca, "como un acto de protesta".Salvo excepciones como ésta, por ahora los actos de protesta son pequeños, hasta sutiles: una vidriera de una librería dedicada al fascismo y la violencia política con una biografía de Trump en el medio, stickers pegados en las calles que llaman a resistir o banderas del orgullo gay en negocios o casas, inclusive en las de los ahora vecinos de Mike Pence, el futuro vicepresidente.Pero la sutileza y la diplomacia que caracterizan a esta ciudad enfrentarán un desafío mañana y pasado mañana cuando multitudes tomen las calles para celebrar por y protestar contra la inauguración de un período político marcado, sobre todo, por la falta de certezas.Fuente: Agencia de Noticias Télam
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