Señora Directora: Hace tiempo venimos asistiendo a un debate en la sociedad que me alarma, gran parte de ella considera como solución a los problemas de inseguridad elevar las penas y peor aún ¡condenar a niños!¿En qué momento nos transformamos en esto? ¿Habremos sido siempre así? Creo que no, nos fuimos transformando más egoístas, más individualistas, pero por sobre todas las cosas menos solidarios. No alcanza con llevar un paquete de pañales en una inundación o un kilo de yerba a la Iglesia para ser considerados solidarios. Es necesario mirar al otro tal cual es. Hoy mientras se recortan gastos sociales, programas de asistencia que se cierran, aportes que van quedando cada vez más retrasados por la inflación, más desocupación, etc., aparece nuevamente la discusión por la edad de punibilidad de los menores. Rápidamente los bien pensantes salieron a apoyar la baja de la edad, porque como en todos los problemas se cree que una medida soluciona todo, probablemente resabios de una formación religiosa que aún cree en los milagros.Sé perfectamente que con estas cosas distraen la atención de otras, pero de todos modos nos permite observar la sociedad que hemos construido, porque estas ideas están en el fondo de quienes las proponen y apoyan. Basta salir a la calle y hablar con la gente, comprobaríamos que para muchos encarcelar un pibe es un acto de amor, ya que debemos mantenerlo y en cambio matándolo ¡nos sacaríamos el problema de encima!Seguramente más de uno está pensando que nunca me robaron y por eso soy tan indulgente. Si, me robaron un par de veces (curiosamente en los tiempos que “nunca pasaba nada”) y este año vi llegar, al colegio, chiquitas llorando porque le pusieron un cuchillo en el cuello y le quitaron los celulares; chicos que cuentan que los corrieron para robarles, etc., y me apena… Pero también me apenan los otros chicos, los del cuchillo en la mano que de la noche a la mañana se transforman en los responsables de todos los males, a los que hordas de gente bien exige “ajusticiar” sin contemplaciones.Esto me hace pensar en aquellos que creen que el trabajo se lo quitan los bolivianos, peruanos, etc., y la solución, “milagrosa”, para la desocupación es echarlos o los que sostienen que los hospitales de Capital Federal están colapsados porque vienen extranjeros, tucumanos, correntinos y hasta de San Miguel, San Justo… ¡La solución “milagrosa” no atenderlos!No tengo dudas que las medidas represivas que se presentan son para aplacar el “populismo” justiciero de ciertos sectores, solo marca una revancha que no soluciona nada, las experiencias lo demuestran. No es esta la primera vez que se agita la bandera represiva, las multitudinarias marchas del ex ingeniero Blumberg lograron elevar las penas hasta cincuenta años, otra vez como milagrosa solución. Todavía estamos esperando el milagro… ¡Todo fue igual o peor!La justificación más común para la baja es que a los 14 años sabe que matar está mal. Cierto…, también a los 13, 12, 11, 10, 9… ¿Entonces? ¿Se lo digo? Metamos a todos los pibes (los sospechosos también, por las dudas) dentro de un sistema penal del que nunca podrán salir, donde nunca podrán reinsertarse en la sociedad, pero nosotros estaremos a salvo.La única forma que alguien comprenda, en toda su dimensión, el daño que causa a otro es cuando se reconoce como persona y ese reconocimiento se lo dan los otros (nosotros); en especial, los encargados de garantizarlo, No más encierro… ¡más afecto, más cariño, educación, igualdad! ¿O acaso creemos que los chicos nacen malos? No voy a cansar con una lista de todas las que le faltaron a esos pibes. Solo alcanza con mirar qué tuvimos nosotros y qué tienen los nuestros, ¡aunque los del cuchillo en la mano y la gorra también son nuestros!Sé que no soy neutral, ni objetivo y no pretendo serlo, defiendo posiciones, convicciones… Me resisto a conformarme con “soluciones” rápidas, fáciles, falsas, que solo calman la bronca momentánea.A modo de final, a veces pienso que se habla ligeramente de los pibes que quedaron al margen, que terminaron fuera del sistema. Se tendrá idea de cuántos pibes mueren en circunstancias no claras o por sobredosis o por la única relación que tienen con el Estado: ¡las balas de la policía!Si llegó hasta acá, gracias.
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