Las diferentes organizaciones de narcotraficantes obtienen ganancias de hasta 4.000.000 de pesos gracias a la venta de estupefacientes en las fiestas electrónicas. Se asegura que, en cada uno de estos encuentros, se llegan a comercializar aproximadamente 8.000 pastillas de sustancias ilegales de origen sintético, según publicó este domingo el matutino porteño Crónica.Al respecto, Claudio Izaguirre, quien es titular de la Asociación Antidrogas de la República Argentina (AARA), señaló que “a las fiestas electrónicas de magnitud llegan a concurrir, a veces, unas 25.000 personas y de allí, para los narcos, surge una clientela que consume, por cada una de estas reuniones, 8.000 pastillas de distintas sustancias, de un valor, por unidad, de 500 pesos, lo que arroja que esos delincuentes ganan fácilmente 4.000.000 de pesos. En su mayoría, estos eventos se realizan en la Capital Federal y en las principales ciudades de la provincia de Buenos Aires”.Izaguirre agregó que “el valor de las pastillas depende de su composición molecular. Por ejemplo, una dosis de éxtasis común hay que pagarla entre 400 y 500 pesos, mientras que para consumir la droga conocida como cristal se tienen que abonar 600 pesos”. “A su vez, la sustancia que es conocida como Superman vale 700 pesos, y una dosis de marihuana sintética, que se afirma equivale a fumarse 30 cigarrillos de cannabis, tiene un valor que oscila entre los 600 y los 700 pesos”, añadió el experto. Con lógica preocupación, el especialista dice que “los grupos dedicados al narcotráfico instalan entre 40 y 50 vendedores en las fiestas electrónicas para de esta manera satisfacer las necesidades de la clientela, integrada en su mayoría por jóvenes y adolescentes”. “En cambio, en las fiestas que se organizan en el interior de nuestro país hay un promedio de 5.000 asistentes y en estos casos los narcos ganan 800.000 pesos, a raíz de la colocación de unos 10 vendedores en los sitios del predio que son considerados estratégicos”, sostuvo Izaguirre.Drama en Arroyo Seco Giuliana Maldován, de 20 años, y Lucas Liveratore, de 34, murieron a comienzos de 2017 luego de haber participado en una fiesta electrónica que se llevó a cabo en el denominado boliche Punta Stage, que está situado en la localidad santafesina de Arroyo Seco.Maldován, quien era oriunda de la ciudad de Rosario, perdió la vida debido a una hemorragia digestiva alta y una intoxicación aguda. La muchacha sufrió una descompensación, fue hospitalizada y finalmente dejó de existir. Por su parte, Liveratore, quien se domiciliaba en la localidad bonaerense de San Nicolás, falleció como consecuencia de un paro cardiorrespiratorio por una falla aguda cardíaca, la cual posteriormente derivó en un edema cerebral producto del problema cardíaco y también de un severo cuadro de deshidratación. Se dice que el hombre pereció en su vivienda.
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