(Nota completa publicada por PRIMERA EDICIÓN el 8 de enero de 2007)El rescatista de Gendarmería Ramón Corol tiene en su memoria los cuerpos carbonizados que daban muestras del horror que se vivió en la lancha. “Salimos de inmediato aguas abajo porque la tormenta había arrastrado los cuerpos. La mayoría estaban en la isla del Medio y desde allí nosotros dábamos cuenta al helicóptero que los buscaba y trasladaba hasta el puerto. La verdad es que nunca más volví a ver nada igual”, confesó Corol mientras mostraba el documento que lo documenta como un colaborador de ese operativo de rescate.Según Corol, “la tragedia se podría haber evitado si no hubieran reemplazado la manguera de acero que iba del tanque de nafta al motor por una de plástico. Y si el uso de los salvavidas fuera obligatorio también habría habido más sobrevivientes”.Es que -recalcó- “como ahora, la gente no quería ponerse el salvavidas aunque nunca hubiera estado en el río. En ese viaje, los que se salvaron fueron los que se tiraron al agua y salvaron sus vidas al colocarse el salvavidas, porque la tormenta empeoró la situación”.Ramón recordó que “llovía tanto que no se veía nada, rescatamos lo que pudimos e incluso se rastrilló el río varios días después”.Viaje gratisEn esa época no existían los registros de pasajeros: nadie se anotaba ni para ir a Encarnación ni para regresar.Corol rememoró que “esa madrugada la lancha apuró a los que estaban en la otra orilla, ya sea en el Casino o en la ciudad, adonde iban a cenar. El viaje era gratuito y los lancheros vieron que se venía una tormenta, por eso apuraron el regreso”.Recordó además que “fue algo impresionante ver a los miembros de los clubes náuticos salir con sus lanchas para brindar su apoyo. Era como cuando salen ahora durante las 24 horas de pesca: había no menos de 50 lanchas recorriendo la zona”.Se habla de la tragedia de la Pirizal como uno de los hechos más espantosos que vivieron tanto posadeños como encarnacenos. Y también se recuerda el ambiente de camaradería que surgió de manera espontánea, de trabajos en equipo entre “paisanos”. Todos quería ayudar porque nadie sabía a ciencia cierta cuánta gente viajaba en la lancha, sino que se estimaba el número teniendo en cuenta la capacidad, que era de 70 pasajeros. De todas maneras, figura en el registro de Prefectura que hubo 38 muertos y 22 sobrevivientes, aunque Corol estima que varios cuerpos no lograron ser rescatados.Terror a bordoSegún los registros de Prefectura, a través del libro “Del Mar a la Selva” que publicó un ayudante principal en 2001, “el día 8 de enero de 1973, siendo aproximadamente las 2.30 horas, la lancha de pasajeros Pirizal, de bandera paraguaya, zarpó del puerto de Encarnación conduciendo 58 pasajeros”. Ya esta cifra no coincide con el número de sobrevivientes y de cuerpos rescatados. Lo cierto es lo que ocurrió: el horror, el miedo, las horas eternamente largas que pasaron muchos en el agua a la espera de sus rescatistas.Después de 34 años de una desgracia que pudo haberse evitado, Ramón Corol toma entre sus manos el certificado que lo convirtió en parte del equipo que vivió las consecuencias del terror. El hombre todavía se estremece cuando recuerda esa madrugada con vientos de 80 kilómetros por hora, de una lluvia torrencial que apenas les permitía ver a los cuerpos ya desmayados sobre la playa de la isla del Medio, donde habían encontrado algo a qué aferrarse, pero después solamente les quedaba el respiro final. Para Corol, “podrían haberse salvado muchos más”…
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