La celebración de las fiestas en paz y concordia social es un valor nada desdeñable, sobre todo en contextos como el actual en el que al cierre del año la conducción económica a nivel nacional no pudo exhibir números satisfactorios respecto a las metas trazadas por el propio gobierno, que no logró hacer caer la “lluvia de inversiones” prometida.El éxito del “sinceramiento fiscal” que impulsó el gobierno nacional en 2016, generó un incremento sustancial en la recaudación tributaria de diciembre, que subió un 90% interanual por el ingreso de los fondos del blanqueo y “salvó el año” al Fisco; aunque en el acumulado anual la suba no logró emparejarse al índice de inflación, que se ubicó alrededor del 40%.Si bien en el inicio de un año electoral se prevé una mejora de la economía por incremento de la obra pública, el inicio de 2017 está lejos de mostrar una clara tendencia a una reactivación sostenible, y son muchos los desafíos, entre ellos el alto nivel de endeudamiento. Por ello, el gobierno nacional inició el año con medidas de ajuste en un intento por reducir el déficit fiscal de 5%. Tras el alivio temporal en las fiestas, la primera medida oficializada en 2017, la eliminación del incentivo del 0.5% de rebaja del IVA en las compras con tarjeta de débito, que regía desde 2001, no fue interpretada como una buena señal y generó críticas de los sectores de la pequeña y mediana empresa. La medida es señal de rigidez impositiva y muestra que se sigue con la tendencia de presionar sobre el consumo, en este caso el consumo formal de los que menos tienen.
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