Hoy es cada vez más común ver a hijos que se convierten en tiranos y a padres que permanecen en una posición sumisa y les obedecen. Todos los padres alguna vez experimentamos falta de respeto de parte de nuestros hijos, en especial en la edad de la adolescencia pero también a temprana edad. ¿Qué es lo que pretenden los hijos que parecen mandar a sus padres? Quieren ser guiados, porque lo necesitan, pero no ser supervisados. No admiten que les digan cómo tienen que hacer las cosas, es decir, que les den órdenes. En el fondo, los chicos no quieren obedecer sin tener una razón para hacerlo. Por eso, suelen preguntar a padres y maestros por igual: “¿Por qué lo tengo que hacer?”. Ya sea que se trate de estudiar, trabajar, ir a ciertos lugares o ayudar en casa. Lo peor que podemos hacer es responder: “Porque sí”, o “porque yo lo digo”.La mayoría de los jóvenes carecen de una idea de futuro, pues no piensan en el mañana. Solo buscan vivir el hoy y pasarla bien, con el mínimo esfuerzo posible. El mínimo esfuerzo para estudiar, trabajar y, sobre todo, obedecer. Toda tecnología de la que disponemos en la actualidad, que de ninguna manera es mala, ha convertido a nuestros hijos en seres individualistas, en pequeños adultos que establecen sus propias reglas. Y en el otro rincón tenemos a muchos padres o muchas madres obedientes, porque les temen a sus hijos. Ellos son incapaces de ponerles límites y se dedican a complacer los caprichos de sus hijos. En algunos casos, se debe a que esos adultos pertenecen a una generación que experimentó un gran autoritarismo, donde los grandes marcaban las reglas que debían respetar sí o sí… y cuidado con ocurrírseles no hacerlo.Algunos padres deciden ser “amigos de sus hijos” porque eso los libera de la responsabilidad de ponerles límites, y hacer que los respeten. Otros valoran demasiado la formación académica y lo único que les importa es que sus hijos se destaquen en algún área. Por esa razón, los sobrecargan con diversas actividades. El estudio es la mejor herencia que podemos dejarles a nuestros hijos, siempre y cuando la exigencia que se les impone no los conduzca a la depresión, las adicciones y, en algunos casos incluso, el intento de suicidio. Nuestros jóvenes, que desean tener el control, en general reaccionan de cuatro formas diferentes para lograr tal fin: 1. Con total apatía (depresión blanca).2. Siendo indiferentes.3. Cayendo en depresión severa.4. Siendo agresivos y, a veces, violentos.Ante estas actitudes, los padres, aunque sintamos desesperación, nunca deberíamos delegar nuestra responsabilidad en un profesional, ya sea un psicólogo o un docente, ni en otros miembros de la familia. Está bien buscar ayuda, cuando es necesario, pero los hijos están bajo nuestra autoridad y necesitan el 100% de nuestra atención, dedicación, guía y apoyo incondicional, lo cual incluye también los límites. Nuestros hijos son nuestra herencia más valiosa, guiémoslos con sabiduría y amémoslos como se lo merecen.Si tenés alguna inquietud, podés escribirme a [email protected] StamateasLicenciado en Psicología, Sexólogo Clínico, Escritor y Conferencista Internacional.
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