Toda la vida pintando. De niña con lápices, en hoja canson, cartulina o el cuaderno, de adolescente sobre tela. Siempre haciendo cartelitos, letras y dibujos.Emprendiendo el camino hacia la pintura. Probando los acrílicos y los óleos. Descubriendo nuevas técnicas y pintando sobre todo tipo de superficies, muros, cuerpos y telas.Y cuando pensaste que ya pintaste de todo viene tu hija y te dice que quiere que le pintes su vestido de recepción. Ese vestido que llevará a su fiesta. Una ocasión muy importante para ella. Y quiere que le pinte nada más y nada menos que rosas.Entre la emoción del desafío y los nervios para pintarlo, y en una gran mesa sólo para los 10 metros de tela satén color tiza, que formaban el precioso vestido con cola, costurado por la diseñadora Mirta Palacio, emprendí mi última aventura… Rosas para Rosario.Rosario es muy decidida, y con una personalidad avasallante, ella diseñó su vestido desde el más mínimo detalle. Y que haya solicitado mi participación con la pintura significaba mucho para mí.Así que nuevamente el pincel en mis manos y los colores en la paleta, para pintar quizás una de las cosas más importantes de mi vida, y no por pintar el vestido en sí, sino porque mi hija me lo había pedido.Rojo bermellón, naranja y verdes… y las rosas fueron tomando forma.Y la sonrisa de mi hija mostraba satisfacción con el resultado y ese sin dudas fue mi mejor regalo.Ella lució radiante su propio diseño inspirado en el estilo ucraniano, con rosas pintadas por su mamá. Y les digo amigos que la emoción no me cabe en el cuerpo.ColaboraClaudia Olefnik. Artista plástica. Responsable del Taller Monarcas. En Facebook. 0376-4720701
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