Estar preocupado es ocuparse de algo que todavía no ha ocurrido que puede o no acontecer en el futuro; es poner el empeño en adelantarse a acontecimientos que tal vez no ocurran nunca.La preocupación es ansiedad, miedo a lo desconocido y al futuro. Las preocupaciones afectan la salud física y emocional y un exceso de preocupaciones genera estrés y puede estar revelando un trastorno de ansiedad y hasta una depresión oculta.Preocuparse es tener encendida la alarma del cuerpo antes de que ocurra el siniestro, por las dudas; y si ese sistema de alarma orgánico, que debería funcionar cuando realmente la situación de peligro es inminente, sigue funcionando siempre, genera químicos en el organismo que son nocivos para la salud.Vivir preocupado es asumir la vida como algo peligroso, sin ninguna otra alternativa que nos permita relajarnos y disfrutar de las cosas. Cuando nuestro sistema se acostumbra a vivir en estado de permanente situación de peligro, pierde la capacidad de funcionar normalmente y se acciona aunque la amenaza no sea real y no exista motivo de riesgo alguno inmediato, porque no puede reconocer las verdaderas señales de peligro.Las preocupaciones las generan los conflictos o los problemas, o sea todas las cosas que no podemos enfrentar y resolver y la búsqueda de soluciones ideales; porque una vez que se toma una decisión el estado de preocupación desaparece. La necesidad de control obliga a las personas a exigirse al máximo y les impide hacer una evaluación de cada circunstancia con objetividad.La preocupación en definitiva es tener la mente ocupada con pensamientos negativos que tienden a atraer más de lo mismo. Estar preocupado por el futuro no permite vivir plenamente lo que está pasando en el presente y empaña las experiencias actuales; porque es una condición que dispersa la atención y hace ver las cosas desde una perspectiva pesimista.Es importante comenzar a recapacitar si realmente vale la pena preocuparse por tantas cosas que tal vez tienen una importancia relativa; ser capaces de aprender a jerarquizar las prioridades y a reconocer y renunciar a mandatos internos que los obligan a ocupar la mente inútilmente, dejando de lado experiencias presentes que jamás se repetirán y que pueden ser mucho más importantes.Método1: Identificar la preocupación1 Conoce qué es la preocupación. No es posible resolver un problema si no sabes cuál es, así que lo primero que debes hacer es aprender cómo experimentas la preocupación. Escribe el momento en que crees estar preocupado. Podría ser útil empezar escribiendo cómo te sientes y luego, lo que ocurre a tu alrededor y los pensamientos que vienen a tu mente. Observa cómo se siente tu cuerpo, ¿tus músculos están tensos o tal vez te duele el estómago? Luego, puedes volver y analizar lo que te hizo sentirte de esa manera.2 Separa la realidad de lo que no lo es. La preocupación tiene su origen en lo desconocido. Esto tiene sentido debido a que lo desconocido puede ser aterrador. El futuro está lleno de situaciones posibles. El problema con dichas situaciones es que probablemente nunca se volverán problemas y terminarás preocupándote por nada. Es por eso que la preocupación es improductiva. Cuando identificas la preocupación, es importante saber si te preocupas por algo que de verdad está ocurriendo o algo que PODRÍA ocurrir.Escribe lo que te preocupa. Encierra en un círculo lo que en realidad está pasando y tacha lo que no está pasando, pero que podría pasar. Céntrate solo en los hechos actuales porque eso es lo único con lo que puedes lidiar en el presente.3 Escribe lo que te preocupa del pasado, presente y futuro. Algunas personas se preocupan por el pasado y en la forma en que este afecta su presente. Otras personas se preocupan por lo que hacen en el presente y en la forma en que este afectará su futuro. Incluso hay personas que se preocupan por todos ellos juntos: su pasado, presente y futuro. Escribe tus preocupaciones para darte una forma de catarsis y alivio en el momento.Método2: Expresar tus preocupaciones1 Habla con alguien de confianza. Hablar de lo que te preocupa puede ser de gran ayuda. Recurre a un amigo o familiar que comprenda cómo te sientes. Hazle saber a tu ser querido que eres consciente de tu problema de preocupación, pero que necesitas sacarlo de tu mente para poder seguir adelante. Por lo general, tus seres queridos te comprenderán y estarán más que contentos de escucharte y brindarte su apoyo.2 Habla con un terapeuta sobre tus preocupaciones. Consultar con un profesional te permitirá desahogar tus preocupaciones, procesarlas y dejarlas ir. El terapeuta sabe que la preocupación es un estado mental que puede modificarse. Solo necesitas trabajar en eso y seguir los consejos de tu terapeuta.Método 3: Meditar1 Empieza a meditar todos los días. Los diversos estudios reportan que la meditación alivia la ansiedad a nivel cerebral. Esto se debe a que la meditación tiene un efecto calmante en el cerebro. Dado que la preocupación se relaciona con la ansiedad, controlar tus nervios te ayudará a preocuparte menos o en lo absoluto.2 Cierra los ojos y céntrate en tu respiración. La respiración actúa como un mecanismo de relajación interna. Si te concentras en tu respiración, notarás si respiras muy rápido. Si es así, hazla más lenta inhalando profundamente y exhalando por completo.ColaboraColabora: Irene BenítezLic. en Psicología. [email protected]én en FB. Fundación De Pietrelcina.Contacto: 0376 442-387
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