El proceso de retención de vientres iniciado casi dos años atrás combinado con los desastres climáticos ocurridos en el último otoño redujeron la oferta disponible de carne en el mercado argentino. Eso provocó un veranito de precios de la hacienda que se acaba de licuar en las últimas semanas.El Índice Novillo Mercado de Liniers (INML) terminó ayer miércoles en 23,43 pesos –el valor más bajo desde fines de febrero de este año– luego de haber registrado un máximo anual de 31,2 pesos el 12 de mayo.La principal hipótesis detrás de ese derrumbe de precios nominales –en un contexto de elevada inflación– es un exceso de oferta de proteínas animales ante un mercado interno pauperizado que debe consumir obligatoriamente todo lo que se le ofrece porque la exportación es inviable a causa del combo déficit de competitividad cambiaria + dificultades de acceso a mercados (Chile tiene quince Tratados de Libre Comercio mientras que la Argentina no tiene ninguno).La avalancha de hacienda que está ingresando al mercado no puede ser una sorpresa: los corrales que integran la Cámara Argentina de Feedlot venían registrando desde junio pasado porcentajes de ocupación elevadísimos (los últimos datos publicados muestran un 68% en septiembre versus 54% en el mismo mes de 2015). Y toda esa hacienda, inevitablemente, en algún momento tenía que salir.Tampoco puede ser sorpresa que este año se haya evaporado el denominado “efecto fiestas de fin de año”, el cual, gracias al ánimo festivo y un clima más propicio, suele promover entre los argentinos el consumo social de carne vacuna en asados familiares, con amigos, reuniones de fin de año y demás eventos.Los últimos datos publicados por el Indec ya venían mostrando en septiembre pasado un desaceleración importante en el consumo de proteínas animales: en ese mes la facturación de ese rubro en cadenas de supermercados había registrado un crecimiento interanual en pesos de apenas el 24,7% versus el 34,8% de lácteos, el 30,9% de bebidas y el 30,1% de panadería.En tal escenario, los ganadores de ventas –no necesariamente de rentabilidad– son aquellos productos que compiten por precio. No es casualidad, entonces, que el consumo interno de carne porcina se haya incrementado (12,4 kg/habitante/año en el promedio de los primeros diez meses meses de 2016 versus 114 kg/habitante/año en 2015), mientras que el de carne aviar logró mantenerse estable en 42 kg/habitante/año según datos oficiales (Minagro).En cambio, el consumo interno de carne bovina (que absorbe alrededor de un 90% de la producción local), se encuentra en 55,2 kg/habitante/año en el promedio de los primeros ocho meses de 2016 (últimos datos oficiales disponibles) versus 59,4 kg/habitante/año en 2015.La única alternativa para evitar el efecto “Puerta 12” en el mercado ganadero es que los frigoríficos exportadores –con números rojos que actualmente están en llamas– vuelvan a tener rentabilidad para promover, vía precios, una oferta creciente de novillos pesados. Fuemte: Valor Soja
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