El tratamiento del proyecto de modificación del Impuesto a las Ganancias, que envió el Ejecutivo Nacional al Congreso y se plasmó en ese ámbito en la media sanción de un proyecto de ley confeccionado en base a la unificación de propuestas opositoras, está hoy en el centro del debate político y a la espera de que la Cámara alta del Congreso tome postura.No es casual que la artesanía política de los bloques de la oposición se haya mostrado particularmente activa en la reformulación de la iniciativa oficialista, aplicando una compleja ingeniería para resguardar la función del gravamen en el financiamiento del Estado, y al mismo tiempo proteger a los salarios medios; y que lo haya hecho con este proyecto y a esta altura del año. La relación con el año electoral que se acerca es un dato más que significativo, como lo es que se haya elegido este proyecto que fue un caballito de batalla no sólo del PRO, sino de otros sectores políticos opositores durante el Gobierno anterior. En este panorama en el que pesa una fuerte connotación política, el costo lo pagan, como es habitual, los más débiles, que aquí son los Estados provinciales para los que la nueva ley equivale a un ajuste draconiano sobre sus menguados recursos. Habrá que ver cómo el Senado conserva su función originaria, de referente de las Provincias, frente a un acuerdo pragmático con centro en un peronismo, dividido y envuelto en un dilema que remite a su histórica heterogeneidad constitutiva. Acuerdo que resultó tan sorpresivo como anticipatorio del complicado escenario de un año electoral que ya comenzó.
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