“Cuando le dije al líder de la banda que era juez, ni se inmutó. Me contestó sonriendo: ‘Ahora te voy a meter cuatro balazos y no dos’. Luego me amenazó al decirme: ‘No intentes hacer algo en la calle, nada de locuras porque hay balas para vos y para el que intente meterse’”. Esto es parte del relato del juez de Paz de San Ignacio, Luis Ricardo Alcaraz (79), quien dialogó con PRIMERA EDICIÓN luego de <a href="http://www.primeraedicion.com.ar/nota/235662/violento-robo-al-juez-de-paz-de-san-ignacio.html">la pesadilla que le tocó vivir a manos de delincuentes fuertemente armados</a>. El magistrado contó que “cortaron la electricidad” de su casa y “cuando salí ya me abordaron. Uno de ellos, el más violento y que me dijo que era el jefe de la banda, me pidió dinero. Le entregué más de nueve mil pesos, sin embargo querían más. Comenzaron a torturarme cortándome y haciéndome tajos en cada dedo de la mano izquierda por cada vez que les contestaba que no tenía más. Luego me cortaron en la frente. Estaba tan ensangrentado que uno de ellos me ordenó cambiarme de ropa para ir al cajero”.“No puedo creer la impunidad con la que se movilizaban. Muy tranquilos, como si fuera normal asaltar a alguien y torturarlo”, describió. “Cuando me dijeron para ir al cajero, dejaron de alumbrarme el rostro con una linterna. Me dejaron ver sus caras, entonces pensé ‘listo, ahora después de que les entregue más dinero me van a matar’, es lo que ocurre en estos casos”. “En el camino el sujeto que me llevaba amenazado, con la pistola presionada a mis costillas, saludaba a la gente porque algunos lo conocían, se manejaba con una impunidad increíble. Eran las doce de la noche pasadas y la zona céntrica estaba llena. Por suerte se animó a pasar frente a un boliche, a cincuenta metros del cajero hacia donde íbamos, donde reconocí a una mujer policía que me conoce del juzgado y que estaba justo de guardia en el local nocturno. Ella me saludó y entonces le hice una seña con mi rostro, como asustado. La uniformada captó algo extraño y enseguida se abalanzó sobre mi secuestrador, que rápido también de reflejos se dio a la fuga. Pese a la agilidad de la mujer policía el tipo logró subir a una moto donde lo esperaban los cómplices y escapó”, resumió. “Si bien los efectivos recuperaron casi todas mis cosas aún no hallaron las joyas que me dejó mi madre, oro antiguo valuado en unos 40 mil pesos”, precisó el magistrado.
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