Mientras la esperada lluvia de inversiones no se desata y en el marco de la preocupación que causa el elevado déficit fiscal, que llevó al propio presidente Macri a advertir este jueves sobre la necesidad de reducirlo; resulta un alivio el pronóstico de crecimiento a futuro de la economía argentina previsto en un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde).De acuerdo a dicho informe, presentado recientemente en París, el Producto Bruto Interno de Argentina crecerá un 2,9% en 2017, tras cerrar 2016 con una caída de 1,7%; un retroceso frente a 2015, cuando creció 2,5%;? aunque parte de ese porcentaje habría reflejado el voluntarismo del Gobierno en un año electoral. El informe de perspectivas económicas de la Ocde sostiene que la economía argentina “se reactivará con fuerza”, con un 2,9% en 2017, y 3,4% en 2018, a causa del impacto de las recientes reformas y cambios en la política económica, “que empiezan a ganar terreno”.Los autores del informe observan que es prioritario “restablecer la confianza” en las políticas macroeconómicas, para lo cual destacan la recuperación de la credibilidad en las estadísticas del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec). La continuidad de la recesión en Brasil, que pronostica el mismo documento, avizorando un retorno al crecimiento recién en 2018, y los números del cierre del año con caídas del PBI en los dos países, obligan a ser prudentes. Tampoco se puede tirar por la borda, al analizar estos buenos augurios de un organismo internacional; la experiencia de las últimas décadas en el continente, entre ellas el resonante apoyo del FMI a la gestión de Carlos Menem en 1998, año que inicia la debacle de la convertibilidad y preanuncia la crisis de 2001. La recuperación de la confianza en la macroeconomía, dicho sea, sólo es alcanzable cuando la gente percibe la mejora, concretamente, en sus propias condiciones de vida. Los proverbios casuísticos, del tipo “estamos mal pero vamos bien” no son ninguna ayuda.
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