Este tema siempre llamó mi atención y yo lo esquivaba, tal vez porque siempre se lo vio como un defecto de los argentinos que nos da mala reputación, producto del “vivillo inteligente y práctico” que desea solucionar rápidamente algo, y lo hace cueste lo que cueste, así sea una “chanturreada” que dure poco tiempo y el desperfecto reaparece rápidamente.“Atarlo con alambre” es una expresión que creemos es originaria de nuestro país, pero no es así, es universal; ella manifiesta nuestra inclinación a que, frente a cualquier problema improvisamos soluciones, la mayoría ingeniosas, que a veces no duran mucho. Hay expresiones similares como “pegado con saliva”, o “mírame y no me toques” o “prendido con alfileres”.Para algunos estas expresiones tienen el significado despectivo de solucionar problemas de forma rápida, superficial y haciendo lo mínimo indispensable; pero también es la muestra de nuestro ingenio y creatividad para salir del paso, de la capacidad de hacer mucho, con muy poco y a bajo costo, como por ejemplo cuando un cirujano manda a confeccionar una pinza quirúrgica con un artesano local, porque no la consigue en el mercado.La expresión “atarlo con alambre” significa que buscaremos la solución para seguir adelante como sea, es una pieza del motor que no encuentra repuesto, un asiento roto, un techo agujereado, donde todos caen bajo el embrujo de un “ingeniero no recibido ingenioso” que lo soluciona.Si hasta I. Copani creó una canción para explicarlo, que dice: “En esta tierra santa nadie se espanta si hay un ciclón y no se toma a pecho si cae el techo del comedor. En esta tierra santa nunca nos falta imaginación para arreglar la pava y fijar la cama con precisión. Lo atamo’ con alambre, lo atamo’, con este hambre no hay otra solución”.Esta capacidad se ve a lo largo de todo el planeta, quien conoce tierras extrañas lo percibe en la vida diaria urbana de donde se encuentra, también es ejemplificado en una serie norteamericana llamada Mac Gyver, quien es un arregla-todo.Pero en nuestro querido país “atarlo con alambre” es una tradición incorporada en nuestra cultura, en todas las ideas que se transmiten de generación en generación, ya está interiorizado en nuestra mente, “bajo nuestra piel”, y nos predispone a que cuando salimos llevemos en nuestro equipaje alambre, una cinta de pegar, un pegamento, poxipol, una pinza, clavos y martillo.En nuestra literatura vemos maravillosas creaciones de nuestros coterráneos, se cuenta que durante las investigaciones que le valieron el Premio Nobel al investigador argentino C. Milstein sobre genética, evitó hacer construir un costoso aparato, adaptando para ese trabajo una vieja máquina de coser, “atada con alambre”.Es tanto que tenemos pegada esta capacidad, que los extranjeros que vienen se asombran y maravillan, por ejemplo una actriz española expresó que “a diferencia de lo que sucede en España, aquí todo se hace más rápido… aunque a la vez sientes que hay un control perfecto de lo que está pasando… el equipo técnico de esta novela ha sido increíble, porque salvaba situaciones complicadísimas en un espacio de tiempo mínimo. Esa capacidad de resolver obstáculos que tienen los argentinos merece un gran aplauso, es digno de admiración”.Se resuelven complicaciones con pocos recursos, siendo una habilidad natural para reparar todo tipo de utensilios de metal, madera, goma o plásticos, por ejemplo durante la segunda guerra mundial en Buenos Aires escasearon gomas para vehículos, en 1944 en un taller colocaban ruedas metálicas a los colectivos que circulaban por las vías de los tranvías.Un periodista inglés (2006) luego de vivir varios años aquí expresaba: “Tan acostumbrados están los argentinos a vivir al borde del precipicio, que inventaron un arte, el ‘atarlo con alambre’, que volvió a este país creativo e ingenioso, sobreviviente y con una capacidad infinita de adaptarse a la montaña rusa que es este fascinante lugar”.Un reportaje sobre hackers decía (2016) “en el mercado global de hackers mundiales más talentosos, los argentinos llevan la delantera, gracias a la herencia de los gobiernos militares y a una cultura de romper todas las reglas y normas, Argentina es uno de los mejores países del mundo para encontrar talentos capaces de enseñarnos cómo violar cualquier aparato electrónico”.“Engañar al sistema es parte de la mentalidad argentina”, dice Cesar Cerrudo, un hacker autodidacta (Paraná), los hackers argentinos son famosos por su creatividad, las grandes empresas los contratan para encontrar sus puntos vulnerables.Vivimos en un país donde hay casi de todo, y ese “casi” nos lleva a buscar soluciones caseras, prácticas para aquello a lo cual no tenemos fácil acceso, para mí “atarlo con alambre” es la capacidad innata de todo ser humano de “improvisar, imaginar, crear y solucionar”. Pero no debemos “pasarnos de rosca”, no debemos atar con alambre el ala de un avión o la rueda de un auto, porque podemos tener resultados desagradables, perjudicarnos y lastimar a muchos.En muchos casos “atarlo con alambre” no debe suplantar la planificación, el proyectar y proveer soluciones de largo alcance, donde la inventiva, la imaginación y la improvisación también se ven al hacer planes. Debemos usar esta gran capacidad de improvisación que demostramos, entendiendo y analizando en forma global en tiempo real, analizar los pros y contras de lo que hacemos, hasta que encontremos una solución real y duradera.“Atarlo con alambre” nos permite crear, ¿quién sabe cuántos caminos imaginativos hubiesen quedado dormidos de otra forma? Así que no lo tomemos a la “ligera”, es muy bueno crear, imaginar y soñar; es por esto que debemos estimular a la gente a que lo siga haciendo, siempre evaluando lo que está a favor y lo que está en contra.El “atarlo con alambre” nace de nuestra curiosidad para solucionar problemas, por lo que debemos ser curiosos, debemos imaginar e improvisar, es muy bueno solucionar problemas y mucho más es crear, dándonos seguridad y autoestima, por lo que los animo a esto, pero siempre sin engañar, no desvalorizar, ni mentir en lo que hagamos.Nuestros valores de honestidad y responsabilidad ¡NUNCA! deben ser puestos de lado u olvidados, y si por ahí sucede, debemos retomarlos. por Bazán J. L. – MédicoDeseo tu opinió[email protected]
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