Tibieza de la tarde otoñal, nostalgiosos momentos prolongan la espera. Hubo un tiempo de corales estremecidos y ardor de leñas abrazados al amor. Voces y pieles húmedas, junto a la cobijas.La quietud atrapa el perfume de las rosas que dilatan las pupilas del miedo y de la euforia. Atrás, el recuerdo y la aventura. La vida saturada de entusiasmos; adelante, quizá, el silencio.Un candil abandona ser pavesa mientras el viento juguetea con su ámbar gris. No hay retorno.La prisa apuró los años y me inventé naufragios.La vehemencia de emociones pie de su empuje; las ansiedades nutren los abismos, queman proyectos compartidos.No hay cabida para el ayer extraviado por senderos de la duda, de la insatisfacción, de la derrota. Danza burlesca con antifaz hipócrita. Me aferro a mi estrella. Dejo hacer. Dormito sobre mis escombros, muerdo la noche fantasmal y busco un rayo de luz. Laten las palabras, rondo madrugadas. Hay un buraco repleto de primaveras, de fogosidad me arrincono. El recoldo de mis brasas está allí. A mi orilla está él.La rutina retuvo sus pasos. Está conmigo. Alzo campanarios. Serpentea mi paisaje dolorido, pero me yergo en profeta de mi playa. Borro sombras y anclo el navío en su muro. Me muero, adhiero al fugas resplandor de caracolas de olvidos.Ha de brotar la piedra, mientras envejece la flor.HaikuFlores ocultasretaceando el calory la hormiga.ColaboraAurora Bitó[email protected]
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