Fue la primera vez que dejó su aldea, su comunidad y su familia. Fue la primera vez que dejó la provincia para partir hacia una de las ciudades más grandes del país: Rosario. Todo con el objetivo de hacer historia. Juan Lucas Cáceres, de 16 años -o categoría 2000 como se dice en la jerga del futbol- llevó su talento a las canchas de Rosario Central para probarse en las inferiores y así se transformó en el primer joven mbya de Misiones en ser tenido en cuenta por un club grande del país. Todos los testigos de la jornada indican que estuvo a la altura, pero la exigencia fue tal que no pudo quedar entre los seleccionados para comenzar a transitar el camino para volverse un jugador profesional de fútbol. Pero igual, no bajará los brazos. Ya aseguró que se preparará mejor, por si el tren del deporte que es pasión de multitudes vuelve a pasar por Gobernador Roca. Lucas es hijo de Ruperta y vive en la comunidad Yacutinga con sus otros dos hermanos. Va a la escuela y confesó que, algún día, quiere ser maestro. Pero el fútbol también forma parte de su vida. Es un aguerrido volante izquierdo al que todos comenzaron a verle condiciones. Tantas que su entrenador de fútbol en San Ignacio, Mario Oilher, lo convocó para una prueba que se iba a realizar a mediados del mes de agosto de este año. En la misma estuvo Hugo Hernández, un cazatalento de Captación Canalla, encargado de buscar a posibles figuras para el futuro de Rosario Central en todas las canchas del país. Tras la prueba se les ocurrió una idea interesante: por qué no probar con todos los chicos de comunidades originarias de la zona, para que tuvieran la posibilidad de mostrarse y estar en igualdad de condiciones con los demás. Hecha la convocatoria, se concertó un lugar: la cancha de Loreto, cedida por la Municipalidad local.Ese día fue de fiesta: la llegada de todas las delegaciones de las comunidades cercanas fue acompañada de un almuerzo organizado por la “Muni”. Se convocaron todos en Loreto, hasta donde llegó Hernández “e hizo una prueba y una vez más coincidió con lo que nosotros veníamos viendo. Lucas era un chico que tiene una capacidad distinta y además lo acompaña la edad que tiene. Coincidía con lo que más o menos estaba buscando”, indicó su entrenador de fútbol, Mario Oilher, a PRIMERA EDICIÓN. Una vez que pasó la primera prueba, debía volver a probarse, ya en tierras rosarinas con los chicos de su categoría. La vara era alta, Rosario Central este año salió campeón y ganó la copa Challenger de todas las categorías infantiles y juveniles de AFA. “Es decir que el nivel es muy bueno”, reconoció Oilher. Sin embargo, no perdían las esperanzas ya con una fecha asegurada para su prueba: el 5 de noviembre. Con poca ayuda y mucho esfuerzo, lograron el objetivo de comprar los pasajes y así Lucas se embarcó en búsqueda de su sueño. “Fulbito” en RosarioEn Rosario fueron tres días a puro fútbol. Durante su estadía todo paga en Central, compartió la pensión con los chicos que estaban en la misma que él, sin ningún tipo de problema: Lucas era uno más. “Participó abiertamente sin problemas de inclusión, que es otra de las cosas que se buscan, que los chicos tengan esta posibilidad de participar sin ser excluidos”, indicó su entrenador de fútbol, que lo acompañó. Esta es una de las premisas del deporte. En la parte estrictamente futbolística, Oilher señaló que “lo hizo bastante bien, yo que vi la prueba y charlé con los dirigentes, todos coincidieron en que había sido una prueba aceptable pero que no alcanzaba todavía el nivel que se requería en esos momentos como para ser parte del plantel de una categoría que es súper campeona, como la 2000 de Rosario Central. En esa categoría hay tres jugadores en selección argentina Sub-17, o sea que el nivel es muy alto”, indicó. Esta situación que vivió Lucas es bastante común en general. “Cuando un chico va a probar a otro nivel, muchos no superan la prueba porque los nervios o la ansiedad los supera”.La vuelta a casaTras los tres días en Rosario, Lucas volvió a la comunidad distinto. “Estaba emocionado, él decía que le encantaba ese mundo del fútbol y deseaba quedarse”, aseguró Oilher. Entonces, para cumplir ese objetivo, el joven de 16 años ya comenzó a prepararse de una manera más cercana a lo que se requiere en ese tipo de competiciones. “Estaría bueno que haya más de estas posibilidades y con distintos clubes de la Argentina, que haya posibilidades para todos los chicos, no solamente de los pueblos originarios, de los chicos de otras comunidades, con jóvenes con problemas sociales que hay tantos y que tengan posibilidades y el derecho a soñar a través del deporte”.Tras su periplo, Lucas volvió a la escuela donde aseguran que “es muy buen alumno”. La institución está dentro de su aldea y es bilingüe. En sus tiempos libres continúa con la pelota, su amiga adonde quiera que vaya, incentivado por el mundo que conoció y al que le gustaría volver. Ese es el objetivo de su preparación.“Hemos logrado por primera vez algo que no había sucedido nunca, porque que yo recuerde, ningún club había venido a probar jugadores de pueblos originarios, era como que no se los tenía en cuenta. A eso le doy el valor a la gente de Rosario Central que lo hizo”, indicó Oilher y remarcó que, a través del fútbol, “los ayudamos a insertarse en este mundo que ellos sueñan y a través de eso motivarlos para sacarlos de las cosas negativas que abundan, como el alcohol y las drogas. Buscamos que el chico se cuide en su integridad física y mental, que responda en los estudios. Hacemos un acompañamiento y seguimiento de chicos para que sean profesionales o no, pero en esta época tan difícil debemos acompañarlos y dirigirlos por el buen camino”.Ayuda desde RosarioPara cumplir el objetivo de volver a los chicos de comunidades originarias una posible cantera para el fútbol del país, los “cazatalentos” de Rosario Central, encabezados por Hugo Hernández, asumieron el compromiso de volver a las aldeas con elementos para la práctica del fútbol. “Ya lo estaban preparando para fin de año o los primeros días de enero”, indicó Oilher. Aseguró que llegarán con pelotas de fútbol, elementos para hacer trabajos físicos, chalecos y otras cosas para que “las distintas aldeas se empiecen a preparar y sepan que tienen el derecho a soñar”.Mientras tanto, los chicos continúan practicando en las escuelitas de fútbol disponibles en sus comunidades y localidades cercanas. “Acá hay gente que puede hacer diferencia pero nosotros, los que estamos en esta movida, somos quienes podemos ayudarlos a cumplir su sueño de llegar a ser jugadores. En ese sentido, la inclusión es nuestro primer aliado, la inclusión social y deportiva&rdquo
;, cerró el entrenador de fútbol.
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