Los humanos, desde nuestros inicios perdidos en el tiempo, creamos una historia en común de ideas, tenemos similares comportamientos, un ciclo de maduración personal, una estructura anatómica y fisiológica, compartimos funciones incluso también con otras especies animales como los monos. Poseemos un cerebro y estructura nerviosa similares que nos permiten percibir nuestro entorno, a nosotros mismos, interactuar y crear pensamientos novedosos.Poseemos “impulsos básicos” bien diagramados e implantados en nuestro cerebro, que dirigen nuestros pasos, marcan nuestras conductas, nos ayudan para concretar metas, todos con la importante finalidad de permitir nuestra supervivencia; por ejemplo heredamos una necesidad de “consumir proteínas y grasas” pues son fundamentales para nuestro desarrollo, aunque hoy por el exceso de su ingesta tenemos una pandemia de obesidad.Un “impulso básico” que todos heredamos y compartimos, es la gran “dependencia materna” debido a que necesitamos obligadamente cuidados, por la gran inmadurez con que nacemos.Otros impulsos básicos son la búsqueda de “relaciones sociales” permitiéndonos la vida en comunidad, también el “placer de saborear determinados alimentos” como los azucarados, grasas, proteínas y salados, se suma nuestra poderosa “curiosidad” que nos lleva a aprender, para multiplicar nuestros conocimientos y experiencias, y otro impulso es la “atracción sexual” para buscar pareja.Poseemos una “mente racional” junto a una “mente emocional”, que nos motivarán guiando nuestra conducta para satisfacer los impulsos básicos o instintos, para “perpetuar la vida”, que implica sobrevivir más tiempo y de mejor forma, además de calmar nuestra necesidad de búsqueda produciéndonos “placer”.El satisfacer nuestras “ansias de placer” se inicia al nacer, cuando el bebé llora por hambre y se calma al ser amamantado, aquí comienza una carrera cuyo único motivo es satisfacer diferentes placeres, como ocurre al comer, al beber o al vestirnos, como cuando se reconocen nuestras habilidades y trabajo, o al concretar nuestras metas, como cuando logramos éxito, cuando tenemos relaciones sexuales, al amar y ser amado.Para la “satisfacción del placer” desplegamos varias tendencias o fuerzas que nos hacen crecer, desarrollarnos, nutrirnos, aprender, investigar, generar riquezas, madurar, darnos seguridad y reproducirnos.También nuestro placer lo satisfacemos al sobrevivir en un medio difícil, cuando nos podemos defender y proteger, tener refugio, encontrar afecto y apego, siendo el afecto el que nos permite ser altruistas y cooperativos, para vivir en comunidad.Satisfacemos nuestro placer cuando con nuestro poderoso instinto sexual tratamos de reproducirnos y perpetuar la especie para no desaparecer; y también al tratar de perpetuar nuestras “ideas y valores”, siendo creativos en el arte como L.V. Beethoven con su 9na. Sinfonía, o en las ciencias como A. Einstein o en lo social como M. Ghandi o la Madre Teresa.Hasta ahora somos los únicos seres que cambiamos nuestros significados, pues no sólo vivimos para tener descendencia o procrear, sino que buscamos perpetuar nuestras ideas y valores, para transmitirlos en cada cultura. Otra fuente de gran placer es “buscar afecto o apego” que nos impulsa a vivir en comunidad, creando vínculos que serán más complejos a medida que aumente el número de personas del grupo social.Esta capacidad para el afecto surge de nuestras emociones, permitiéndonos tener relaciones afectivas, vínculos estables y poder acumular conocimientos, significando esto el éxito del ser humano como especie. También mantenemos relaciones afectivas “en ausencia”, o sea entre personas que se separaron hace tiempo pero que se reencuentran y lo celebran.Las comunidades primitivas estaban formadas por grupos pequeños de 100 a 400 individuos, hoy día existen comunidades multitudinarias, con líderes, donde unos mandan y otros obedecen, estableciéndose diferencias de poder, se crean leyes, reglas y normas, para evitar que los intereses individuales no choquen con los intereses colectivos, donde podemos formar una relación familiar amorosa, vivir seguro y lograr desarrollarnos en paz.En cada sociedad existen relaciones de “simpatía-antipatía”, mientras más simpatía haya, más tendencia a hacer el bien habrá, por lo que la comunidad será más armónica y feliz, viviendo en un equilibrio colectivo, priorizando valores de cooperación, altruismo y solidaridad.Nuestra “moral” surge a partir de los significados que edificamos para entender lo que está bien y lo que está mal, permitiéndonos encajar o no, basados en la ayuda mutua o “altruismo recíproco”, donde “yo te ayudo porque tarde o temprano tú me ayudarás”.Esta tendencia a hacer el bien nos produce satisfacción y placer, haciéndonos sentir felices, siendo el condimento deseable para la vida en comunidad, que también se ve en los delfines que acuden en auxilio de otros de su especie.También existe el “cuidado parental” dirigido a atender y cuidar la familia, con las relaciones de simpatía y compasión donde se está atento, y se atiende a las necesidades del familiar.En nuestro comportamiento existen dos manifestaciones básicas, el “egoísmo o todo para mí” que sólo quiere recibir y complacerse, se vincula exclusivamente con obtener el mayor placer individual posible, perjudicando a todos.El egoísmo se ve en forma transitoria en el bebé, en el adulto enfermo y en algunos ancianos, abunda mucho en situaciones de penuria y desorden, pero cuando es permanente y definitivo es una conducta peligrosa. Son egoístas y perversas las conductas malévolas para vencer u obtener algo con astucia y engaño, pues producen daño para obtener un beneficio personal, es una conducta enfermiza y destructiva para uno mismo y para los demás. Estas conductas perversas generan violencia, son comportamientos individuales y no un impulso universal.En cambio “SÍ” son universales las conductas altruistas y solidarias que permiten la expansión de las comunidades, en el “altruismo” es donde se puede dar parte o todo de lo que se tiene, incluso la vida, y siempre favorece a todos.Entre el egoísmo y altruismo existen diferentes formas de cooperación, donde por ejemplo la relación sexual orientada hacia la recreación y dejando de lado la procreación es egoísta pues sólo busca el placer de uno mismo.Siempre estamos en la búsqueda permanente del placer, dependerá del control que tengamos y los límites que pongamos, para que esta búsqueda no se transforme en una adicción.Colaboración:Bazán J. L. – MédicoDeseo tu opinió[email protected]
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