Se suele escuchar la frase de que “el hombre nace, sufre y muere”, siendo esto muy pesimista porque realza el sufrimiento, como lo único que marca en la vida.Sabemos todos que es sentir un dolor, y la valoración mental que hacemos de él es el sufrir, es el significado de mayor o menos profundidad que le damos al dolor. El dolor es parte indiscutible de nuestra vida y sin él sería muy difícil vivir, ya que tiene una misión fundamental que es protectora, pues nos permite esquivar posibles daños; por esto el dolor con su sufrimiento constituye un aviso y resguardo para nosotros, anunciándonos los peligros, aunque también lo sentimos como una amenaza por lo desagradable. Es por esto último que pasamos la vida tratando de prevenirlo, evitarlo y disminuir sus efectos indeseables en nosotros, aprendiendo a convivir con él de la mejor manera posible, y a veces olvidamos que deberíamos agradecer su existencia.Nuestros dolores y sufrimientos constituyen una gran carga para nosotros, los hay reales e imaginarios y a veces nos derrotan de tal manera que se nos hace difícil seguir viviendo, por lo que debemos buscar técnicas para disminuir su intensidad.Una forma para amortiguar nuestro sufrimiento es pensar en el refrán “no hay mal que por bien no venga”, sabemos que por los cambios que tienen todos los hechos de la vida, lo que en un primer momento nos parece una pesadilla, con el tiempo se puede transformar en un placer y enseñanza, cambiando las penas en alegrías, como el dolor del trabajo de parto, que da lugar a la alegría del nacimiento de un nuevo ser.Muchas veces nos encontramos incapacitados para ver un hecho en su totalidad, podemos ver un hecho actual de forma negativa y en el futuro transformarlo en positivo, es como ver hoy una moneda de un lado, y mañana apreciamos el reverso, no solemos ver la posibilidad de un beneficio a largo plazo, como por ejemplo una persona de la cual nos enamoramos nos rechaza, esto nos apena intensamente, pero con el tiempo vemos que no era lo que nos convenía.También un suceso doloroso actual no significa que será dañino para nosotros, el sufrimiento puede ser un método que abra nuestros ojos y nos despierte de un sueño de ignorancia que podemos tener, por decisiones equivocadas, por ejemplo toda separación matrimonial duele pero puede aliviarnos al final.Además, según relatos antiguos y actuales, existieron y existen seres que sufren más que nosotros, en intensidad, en profundidad y en tiempo, brindándonos lecciones de comportamiento y superación, por ejemplo Nelson R. Mandela (1918-2013) que por su lucha anticolonialista, contra los ingleses que habían implantado en Sudáfrica el racismo, la pobreza y la desigualdad social, (“apartheid”), estuvo prisionero por 27 años, para que luego de ser liberado fuera elegido el primer presidente negro sudafricano y hoy es considerado “Padre de la Nación”.Sucede que a veces estamos tan ensimismados en nuestro dolor, exagerándolo, rumiándolo y dando vuelta sobre él, una y otra vez, que nos nubla el entendimiento para aprender del ejemplo que nos da la vida de Mandela.Algunos suelen interpretar el sufrir como un paso necesario en nuestro crecimiento personal y mejoramiento particular, como avance a niveles de conciencia superiores, implicando disciplina, esfuerzo y trabajo, que pueden necesitar cierto grado de dolor y sufrimiento, esto es reflejado en dichos populares como “La letra con sangre entra y la labor con dolor”, o “Sin dolor no hay beneficio”.Debemos evitar creer que lo que nos produce sufrimiento es un accidente, o una maldición, o una condena por nuestro comportamiento equivocado. Habitualmente vivimos lo cotidiano con calma y alegría, cuando sentimos dolor inmediatamente recordamos nuestra condición de seres presos del tiempo, del envejecimiento, de las enfermedades y de la muerte; pero las crisis a que nos enfrentan los sufrimientos y el dolor nos proporcionan un nuevo desafío, emprendemos un nuevo tipo de lucha para superarlo, tratando de buscar nuevas energías que teníamos dormidas.El dolor y el sufrimiento pone a prueba a la persona, a la familia y al grupo social que le rodea, como se ayudan para superarlo y si son capaces de ponerse en la piel de quién está sufriendo.Viéndolo desde este aspecto el sufrimiento es un medio para desarrollarnos, siendo una experiencia vital, portadora de un mensaje con sentido de colaboración para nuestro crecimiento. Abunda la literatura con múltiples técnicas para combatirlo, métodos de autoayuda, de salud mental, de control mental, etc., solo con la intención de disminuirlo y hacerlo útil, aunque son incompletas. Las técnicas de “Autoayuda” se basan en crear una mente positiva, ejercitando la autoestima donde aprendemos a amarnos a nosotros mismos (si exageramos nos transformamos en poderosos egoístas), también estas técnicas nos ayudan a focalizarnos en nuestras limitaciones, fracasos, errores, en perdonarnos a nosotros mismos y a otros.Estas técnicas nos ayudan a evitar el resentimiento, el rencor y la venganza ante una ofensa, con la aceptación de uno mismo con aciertos y defectos, con nuestras emociones y la realidad que podemos cambiar o no.También las técnicas de autoayuda buscan clarificar la realidad que solemos deformar por nuestros “lentes” emocionales, negatividades y prejuicios que opacan nuestra visión.Además buscan cambiar hacia una mentalidad más positiva, desprendiéndonos de las ideas dañinas del pasado, eliminando la culpa por algo incorrecto que hicimos, que se acompaña por la rabia y tristeza, disminuyendo el miedo que nos quita confianza ante el futuro, nos llena de peligros donde no los hay y nos produce ansiedad.Debemos aprender a sufrir, pero no demasiado que nos “extermine”, no es sólo aguantar sino encontrarle un sentido, saber porqué y para qué se sufre, pues no saberlo nos agrega desesperación y ansiedad. Todo dolor que puede ser real o imaginario, lleva un mensaje que debemos descifrar, tiene un sentido profundo que debemos hacer lo posible para comprenderlo y disminuir sus efectos.Lo que si debemos entender que todo dolor se aumenta con nuestro egoísmo, negativismo y equivocaciones, y se disminuye con nuestra positividad, paz interior, purificación y espiritualidad.Colaboración: J.L. Bazán – MédicoDeseo tu opinión: [email protected]
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