En el año 1901, el observador psiquiatra alemán Alois Alzheimer detectó el caso de la señora “Auguste D”, una mujer de 50 años con progresivos fallos en su memoria, además arrastraba objetos sin sentido, se escondía porque pensaba que querían matarla, tenía impotencia con poca gana de hacer cosas, y fundamentalmente desorientación en tiempo y espacio, estaba confusa y perdida. Su deterioro mental avanzó rápidamente hasta morir a los cinco años.Observando su cerebro bajo el microscopio, vio que el interior de las neuronas era reemplazado con manojos de fibrillas cada vez más numerosos, que la “comían” por dentro hasta exterminarla, trastornando su funcionamiento hasta anularlo.Alzheimer no pensó que con este caso “abriría la caja de Pandora” para poner en evidencia una terrible enfermedad, observada en todo el planeta y que a partir de aquí recibió su nombre.Mantener la integridad mental es el don más preciado al que podemos aspirar, y para esto es fundamental conservar la memoria y aprovecharla, sin ella “somos nada”, y esta enfermedad lamentablemente focaliza su daño en la destrucción de la memoria. u0009La enfermedad de Alzheimer afecta más a mujeres, mayores de 65 años, y a mayor edad hay mayor probabilidad de tenerla, no se sabe la causa de su aparición, sospechando de la existencia de un componente hereditario o genético que aumentaría el riesgo de poseerla, más otros componentes adquiridos o provisto por el medio ambiente como el excesivo consumo de aluminio en la dieta, la falta de vitamina D, y otros.Las lesiones son por acumulación excesiva y equivocada de una proteína (beta-amiloide) dentro de las células nerviosas en múltiples sectores del cerebro, desintegrando su estructura y anulando progresivamente su función hasta colapsarla, llevándonos así hacia la demencia.Los primeros síntomas de esta enfermedad se confunden con frecuencia con la vejez o el estrés, pero si se profundiza la evaluación, se revelan dificultades mentales de hasta 8 años antes.Las deficiencias más notables son la pérdida de memoria, donde inicialmente no se recuerdan hechos recién aprendidos, además no puede adquirir nueva información, no recuerda que comió ayer, posteriormente no recuerdan el significado de las cosas ni como se interrelacionan los diferentes conceptos, repercutiendo notablemente en su vida diaria, por ejemplo, tiene llaves, pero no sabe para que se usa, o se pierde al caminar o manejar por lugares conocidos.También refieren “apatía” que persiste toda la enfermedad, aparecen problemas del lenguaje con reducción del vocabulario, y disminución de la fluidez en la expresión de palabras.Disminuye la destreza en la coordinación muscular fina y de pequeños movimientos, como por ejemplo tejer, escribir, dibujar y vestirse.Con el progreso de la enfermedad se profundizan la pérdida de memoria, los trastornos del lenguaje, de sociabilidad apareciendo confusión mental, irritabilidad y cambios de humor, a veces agresividad, imposibilidad de reconocer personas hasta no reconocer a sus familiares, el aislamiento cada vez es mayor al declinar los sentidos, y gradualmente se pierden las funciones biológicas, que finalmente llevan a la muerte.La enfermedad de Alzheimer es la demencia más común, hasta ahora progresiva, crónica, irreversible, incurable y terminal, por la degeneración a que lleva al cerebro, se llega a su diagnóstico por el deterioro mental e imágenes en resonancias magnéticas, aunque no existe un análisis específico para la enfermedad.Es importante tratar de diagnosticar esta enfermedad, y diferenciarla de otras que pueden ser reversibles y curables.Los tratamientos que se dan en esta enfermedad, son con medicamentos que producen una mejoría discreta de algunos síntomas en las etapas tempranas, como la memoria, la apatía, la iniciativa, aunque no se pudo alterar el curso de la demencia.Los tratamientos no medicamentosos son para retrasar el avance de la enfermedad, que tiene mucho que ver con el apoyo dado por su entorno familiar y amistades, todos para evitar situaciones consideradas “aceleradores de la enfermedad”, como son el estrés familiar, los cambios bruscos de rutina diarias y los cambios a un nuevo domicilio, como por ejemplo, mandarlos a un hogar de ancianos.Los factores que “retardan la enfermedad” son un ambiente familiar feliz, hacer ejercicios, tener socialización y mantener las rutinas.Se puede ayudar estimulando las capacidades mentales en áreas que aún conserva el afectado, compensando así sus pérdidas, se debe estimular la relación con su entorno, discutiendo las experiencias del pasado de forma individual o grupal, con ayuda de fotos, objetos del hogar, música, grabaciones y cualquier pertenencia del pasado.Los tratamientos estimulantes varían entre hacer arte, música, pintura, asistencia con mascotas, ejercicio físico y cualquier actividad recreacional, logrando un mejoramiento mental mínimo y pasajero, aunque si mejoran las rutinas diarias. Una pequeña esperanza contra esta enfermedad lo constituyen las investigaciones encaradas con vacunas, luces azules, ultrasonidos, fármacos, células madres con terapia regenerativa y marcapasos electrónicos cerebrales.Sin entenderse el porqué ni si existe una relación causal, para prevenir esta enfermedad y retardar su aparición, son útiles las actividades intelectuales como el ajedrez, el Go, crucigramas, la lectura, saber hablar varios idiomas, las interacciones sociales regulares, una dieta rica en verduras, cereales y frutas.A partir del inicio de los síntomas y su profundización hasta la demencia total, la persona cae en un estado donde no puede cuidarse de sí mismo, necesitando del cuidado amoroso de terceros, su familia o cuidadores especiales.Un capítulo especial es para los “cuidadores”, pues este tipo de enfermos son muy “debilitantes” para quién los cuida, por las características degradantes de esta enfermedad y la desesperanza que irradian.Las presiones y las demandas físicas de los cuidados para con estos pacientes, pueden llegar a ser una gran carga personal para sus cuidadores, pues este convive a diario con el demente, siendo el responsable de disponer diariamente los elementos necesarios y suficientes, para permitir la coexistencia más satisfactoria entre las dos partes.El cuidador es la parte más sana de la pareja cuidador-demente, por lo tanto es prioridad “uno” que el cuidador mantenga su salud y la familia debe mantener su atención en ese cuidado.Los cuidadores amorosos son la expresión práctica del “amor desinteresado hacia el otro”, muy difícil de igualar.Por J. L. Bazán – MédicoDeseo tu opinión: [email protected]
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