Este trozo de paraíso terrenal tiene mucho que ofrecer. La mayor de las siete Islas Canarias ejerce un magnetismo innegable para millones de turistas del mundo. Y no es difícil imaginar por qué. Historia, cultura, fiestas de fama internacional, playas de ensueño, bosques de película e incluso monos. Tenerife tiene un poco de todo para todos.La isla es un caso único pues cuenta con hasta doce zonas climáticas diferentes, si bien podemos dividirlas en el clima árido y seco del sur y la humedad y exuberancia del norte. El Teide domina la geografía, además de ser el pico más alto de España, a él se debe la fertilidad de zonas como el Valle de la Orotava. Pocos lugares pueden presumir de la variedad que esta isla ofrece. El visitante podrá elegir entre el clásico día de sol y playa en Los Cristianos, increíbles rutas de senderismo en Anaga, asombrarse con el paisaje casi marciano del Parque Nacional del Teide, encontrar la ola perfecta en El Médano. La lista es interminable. Y si después de tanta actividad necesita un buen descanso, la isla cuenta con la infraestructura necesaria, para satisfacer todos los gustos, así que arme su valija y ponga rumbo a Tenerife, donde descubrirá que el paraíso está en las Islas Canarias.El Caletón La erupción del Volcán de Arenas Negras en 1706 destruyó gran parte del municipio de Garachico, pero creó uno de sus principales puntos turísticos. El mar se adentra entre las lenguas de lava que un día le robaron sus dominios formando unas piscinas ideales para disfrutar del mar tranquilamente.Lago MartiánezEs el Museo de Arte Contemporáneo al aire libre con piscinas más grande de Europa. El realizador principal de esta obra fue el artista canario César Manrique. Pero no fue el único, otro que donó obras fue Wilhelm Reich. Esta mezcla de ocio y arte hace de Lago Martiánez uno de los mejores parques acuáticos del mundo.El paraísoTenerife cuenta con campos de golf en los que poner a pruebasu swing cualquier día del año. Casi todos poseen instalaciones modernas.Ahora imagine el cielo azul cortando el final del hoyo siete. La ligera brisa que pone a prueba su temple. El césped está como le gusta. Mira de reojo la bandera que corona el hoyo. Elige el palo adecuado. Lo sostiene entre las manos como si fuera una extensión de sus brazos. Tensa todos los músculos, vuelve a mirar durante escasos segundos el hoyo. Respira profundamente. Y luego golpea la bola con fuerza dejándola muy cerca del hoyo. Se siente bien. Se siente libre. Quiere quedarse en el paraíso eternamente.
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