Estos dos términos, cultura intelectual y cultura física aparecen constantemente trabados en una lucha encarnizada (sobre todo en el ámbito de la pedagogía), siendo que son dos aspectos o manifestaciones de una sola y misma realidad, cuyo reconocimiento nos debería hacer superar el punto de vista de la lucha y del conflicto.Cultura intelectual equivale al cultivo del intelecto, del entendimiento, de la mente, de la inteligencia. Es lo que ha producido el hombre y lo que ha recibido en la historia en cuanto al desarrollo de su capacidad mental, intelectual y todas las realizaciones que de ello se derivan.El cerebro humano se desarrolla ampliamente y se diferencia netamente desde las primeras épocas y durante largas fases de la evolución. Se puede hablar de tareas específicamente humanas diferenciadas de las de los animales superiores. También se puede hablar de un homo sapiens que se relaciona mentalmente, que se expresa en un lenguaje conceptual, por rudimentario que sea, que utiliza consecuentemente el símbolo, que discurre, que piensa.A partir del uso específico y más o menos independiente de esa capacidad de pensar se puede hablar lícitamente de desarrollo humano intelectual, de cultura intelectual.La plena realización del hombre pensante o inteligente se logra en lo que ha sido llamado el filósofo, cuya primera gran floración de la cultura occidental aparece con plenitud en los siglos VI y V a.C. : máxima capacidad de pregunta y abstracción. El primer gran intelectual es el presocrático que inquiere acerca del principio y origen de las cosas, y el dónde y por qué de la vida. Lo que está detrás de los sensible, de lo palpable, de lo perceptible, lo que está más allá de la “fisis”, lo metafísico, es lo que verdaderamente preocupa y ocupa al filósofo, cumbre del hombre pensante.La filosofía se desarrolló, se completó, se sustituyó a sí misma, se autonegó, se repitió una y mil veces, se aniquiló y volvió a resurgir de sus propias cenizas a lo largo de la historia del pensamiento. De la filosofía, brotó la ciencia, y después “las ciencias”, cada vez más aplicadas, y de éstas últimas surgió la técnica.Hay una interpretación filosófica del hombre de singular significación en esta evolución: la concepción dualista, que ya desde Platón se manifiesta con toda pujanza y que en interpretaciones filosófico-morales de los siglos III y IV.La pedagogía práctica de todo Occidente va a quedar definitivamente influida por el recelo dualístico, hasta el siglo XX. En la interpretación de los más influyentes sectores del pensamiento y la educación occidental, aún hoy, el cuerpo humano es subestimado, e incluso hostigado y maltratado. Frente al cuerpo está el alma, digna de todo cuidado. Las potencias del alma se convierten en el objeto específico del cultivo educativo. En la historia y evolución de los programas educativos se puede observar el predominio del cultivo del intelecto como característica dominante en la historia de occidente.Por otro lado, cuando hablamos de cultura física, entendemos el mayor perfeccionamiento posible de algo que es permanente compañía del hombre durante toda la vida, cuya posesión óptima puede ser el origen de placer en el vivir.Gracias al movimiento del cuerpo el hombre multiplica las posibilidades y variedad de estimulaciones sensoriales. Hoy es científicamente admitido que un cerebro estimulado por un cuerpo con amplias capacidades de ejercitación física se estructura ventajosamente en relación a su capacidad como persona y a su rendimiento intelectual.La interacción cerebro-aparato locomotor es una garantía de desarrollo personal, incluso de desarrollo específico de las funciones del pensar. Nuestro organismo, capacitado para ciertos esfuerzos físicos, hoy apenas se ejercita en la civilización industrial y tecnológica. Se dispone de un aparato locomotor prácticamente igual al de hace 3.000 años; donde entonces era menester usarlo para vivir; y ahora ya no es necesario. Este aparato locomotor desusado se está convirtiendo en un parásito, causa de multitud de disfunciones y achaques.En tiempos de gran elevación general de los niveles culturales, como en la actualidad, es sorprendente, casi increíble, que la importancia de realizar actividad física se halle tan en sus rudimentos, e incluso que aparezcan justificaciones a nivel de desprecio: “¿educar el cuerpo?” “¿para qué?”, ya la naturaleza, o la vida misma se encargará de ello.Es verdaderamente decepcionante y desencantada la ausencia de una verdadera cultura física en la sociedad en que vivimos.Para concluir, habría que revisar estas concepciones de cultura intelectual y cultura física, para poder modificar las políticas educativas, los programas de enseñanza, teniendo en cuenta no solamente los aprendizajes concretos, sino la adquisición de hábitos hacia las prácticas físicas, con el convencimiento de que dicha cultura es buena para el individuo en la sociedad.Colaboración: Daniel Ernesto López TorresDirector de la Licenciatura en Actividades Físicas y Deportivas. Universidad Católica de las Misiones – UCAMIFuente: Cagigal J. M. Cultura intelectual y cultura física. Madrid: Editorial Stadium; 1988
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