Fue lindo mientras duró, y prometedor también. El año pasado la empresa Turner & Turner amplió en Misiones su red de negocios para comercializar pollos parrilleros producidos en las chacras misioneras; pero a poco de iniciarse el año 2016 la apertura de la importación de pollos provenientes de Brasil derivó en una merma mortal de las ventas para la firma. Como resultado, unos cincuenta productores quedaron fuera del circuito y sin posibilidades de ubicar la producción en el mercado, y con inversiones realizadas en sus chacras que no pudieron recuperar. Hoy, de a poco, con muchísimas dificultades pero con el espíritu emprendedor de los pioneros, algunos de estos productores iniciaron un camino de reconversión. Ahora están readecuando sus chacras para la producción de huevos caseros, ecológicos, de alto valor nutricional y libre de los aditivos que tienen los huevos producidos en masa. Alfredo Dumke es el agricultor que dio el primer paso con 600 gallinas ponedoras. La semana pasada, otros nueve emprendedores como él largaron su primera producción que se comercializa, por el momento, en los locales de la Cooperativa Alto Uruguay Limitada (CAUL). El proyecto prevé seguir creciendo y sumando productores interesados en usar esta infraestructura prácticamente abandonada, y relanzarse al ruedo, aunque con un producto distinto en góndola. Todavía los colonos se están recuperando del impacto que les produjo la imposibilidad de competir con los precios de firmas como Sadia, que ingresan miles de pollos congelados a un costo bajo, pero lentamente comienzan a interesarse por la alternativa al ver que el primero que se animó, está obteniendo un rinde de 8.500 pesos mensuales en promedio. De pollos parrilleros a gallinas ponedoras, el proceso parece que empieza a encaminarse con mucha lentitud pero con posibilidades. El huevo no es tan competitivo como el pollo, pero de a poco van intentando meterse en el mercado con un gancho imposible de resistir, y que a la larga va a ser el sello distintivo: las ponedoras no están encerradas y estresadas, tienen recreo, que es como se le dice técnicamente al paseo libre por los patios y corrales; descansan en gallineros tradicionales con suficiente espacio y comen balanceado y maíz, como en los viejos tiempos. El resultado, dicen los productores, es un huevo de yema casi naranja y de una consistencia fuerte, nutritivamente más sano. “Es el huevo casero que se compraría en cualquier chacra, pero ahora adquirido en locales de venta”, dicen sus promotores. Cuando se inició el proyecto de cría de pollos para parrilla, eran 77 los productores involucrados, y hoy quedaron solamente 25.Los cincuenta restantes buscan recuperarse pese al contexto, ya que algunos están a treinta kilómetros del casco urbano y no les resulta fácil sacar la producción. Por eso es importante el concepto asociativo del nuevo intento y el esfuerzo compartido que implica.
Discussion about this post