Cuando de situaciones de violencia escolar se trata hemos manifestado que la mediación de conflictos es un método de resolución pacífica y colaborativa en que un tercero neutral actúa como facilitador de la comunicación entre las partes en conflicto con el objetivo de que las mismas construyan una solución al problema, en que ambas partes se transformen y ganen en el proceso. Los proyectos de mediación escolar entre pares alumnos integran el método de la mediación colaborativa de los conflictos, al ámbito escolar. Se abordan específicamente los conflictos entre alumnos, actuando como facilitadores alumnos mediadores formados en el ámbito escolar para tal fin.Existen programas en los cuales el equipo técnico de mediación escolar capacita a docentes de cada una de las escuelas participantes para que elaboren el proyecto escolar y actúen como equipo capacitador de los alumnos mediadores.Lo que se propone es promover en las escuelas la enseñanza y el aprendizaje de las habilidades para la vida, mediante la implementación de proyectos institucionales de mediación escolar, con el firme objetivo de lograr una convivencia armónica basada en una cultura de la paz, los derechos humanos y la vida en democracia que fortalezca los procesos de enseñanza-aprendizaje y la construcción de ciudadanía.Capitalizar el conflictoLas instituciones educativas no escapan a las situaciones de conflicto; muy por el contrario deberán, si aún no lo han hecho –a partir de la nueva concepción de escuela moderna- capitalizar el conflicto y educar a partir del mismo. Ello significa que todos los actores de la comunidad (léase: educadores y educandos, no docentes y familias de los alumnos) deben esforzarse por abandonar la connotación negativa tradicional del conflicto y optar por su cambio de valoración. Sólo así, la tan anhelada “educación para la paz”, será posible.Tanto el rol del mediador como el proceso, se vislumbran más flexibles y permeables a cada situación e institución educativa en particular. Los programas de mediación educativa pueden ser implementados desde los mismos jardines de infantes hasta los centros universitarios, públicos y privados, de los más diversos niveles sociales, culturales y económicos. Entonces, el rol puede ser desempeñado –y adaptado en consecuencia- por un adulto o un menor, por un docente o un alumno, por un profesional mediador o algún “idóneo comedido”. Otro tanto ocurre con el proceso, toda vez que a medida que se institucionaliza se torna menos formal y más ágil: en una escuela donde se “median” los conflictos desde hace una década, las primeras etapas del proceso prácticamente pasan desapercibidas, habida cuenta de que no tiene mayor sentido explicitar lo que ya todos conocen.¿Qué leyes nos amparan? A nivel nacional, rige desde el 20 de agosto de 1997 la resolución 62/97 del Consejo Federal de Cultura y Educación: “Criterios básicos para el desarrollo de normas de convivencia en las instituciones escolares”, en donde se recomienda expresamente la mediación como alternativa de resolución de los conflictos escolares.Asimismo, la ley Nacional de Educación Nro 26.206, refiere expresamente en el art.11 inc. c) a la resolución pacífica de conflictos.Dentro de las jurisdicciones provinciales, vale destacar la ley chaqueña Nº 4711/2000: “Plan provincial de mediación escolar”, no sólo por su vanguardismo sino también por su contundente apuesta a esta herramienta favorecedora de la buena convivencia escolar; y la Ley Nº 6.937/02 de la Provincia de Mendoza: “Ley para la No violencia escolar”, que incorpora el concepto de mediación entre pares. San Juan y Chubut, por su parte, han emprendido caminos legislativos semejantes.En Misiones rige la ley Ley 3.784, 16 de agosto de 2001, de Implementación de Métodos de Resolución Alternativa de Conflictos en el Ámbito Educativo de la Provincia. En San Juan se implementó un programa de mediación escolar entre pares, que alcanzó un resultado altamente satisfactorio. Otro tanto ameritan los denodados esfuerzos del interior que, desde Resistencia hasta Bariloche, se encargaron de recorrer diferentes caminos pero con los mismos puntos de llegada: reducir el conflicto, mejorar la comunicación y favorecer la convivencia escolarTipos de MediaciónLa mediación externa a la escuela ocurre cuando una persona ajena a la misma y entrenada en mediación y resolución de conflictos, ayuda a las partes a trabajar sus diferendos, pudiendo llegar a un acuerdo o no. La estrategia funciona así: una vez identificado un conflicto, generalmente de trascendencia institucional, la Dirección del establecimiento convoca al o los expertos en RAC, que suelen tener a disposición de las escuelas públicas las dependencias correspondientes del Gobierno escolar de cada jurisdicción. De tratarse de una escuela de gestión privada, ésta podrá optar por contratar los servicios de cualquier centro de mediación de la misma naturaleza. El mediador o equipo pertinente se acercará al centro educativo en cuestión, se interiorizará a fondo del conflicto e intentará arribar a un acuerdo con las partes que lo afrontan. Finalizada esta gestión, que puede durar horas, días o meses, y más allá de haber arribado o no a un acuerdo, los especialistas externos se retirarán de la institución, elaborando el informe de rutina con un detalle de sus actuaciones, cuidando de no violar el derecho de la confidencialidad. Esta alternativa presenta como ventaja, a los efectos de la neutralidad e imparcialidad, el no conocer previamente a la institución, ni a los mediados. Esto mismo, sin embargo, también se podría ponderar como un inconveniente.La mediación interna o dentro de la escuela, en cambio, opera cuando actores de la comunidad educativa entrenados en el tema, ayudan a aquellas personas de la institución que voluntariamente lo deseen, para que puedan trabajar para resolver las diferencias que los alejan. Como psicopedagoga, considero fundamental pensar que:La mediación en el aula: consiste en educar desde el mismo salón de clases, en valores pacíficos (como la justicia, la solidaridad, el respeto, la tolerancia, etc.) y enseñar técnicas de gestión de conflictos, ya que los mismos forman parte de nuestra vida cotidiana y también de la escolar. Estos programas los puede llevar a cabo el mismo maestro, cualquier profesor capacitado, un preceptor, etc.La Mediación entre pares o de dimensión horizontal, también llamada “mediación paritaria o entre iguales”: cuyas experiencias más tempranas se desarrollaron en escuelas de San Francisco y Nueva York, Estados Unidos.La Mediación con un mediador adulto o de dimensión vertical: en este caso el adulto pertenece al staff de la institución pudiendo o no ser docente. Se le llama “vertical” porque el mediador (o mediadores) que interviene pertenece a un nivel distinto -generalmente superior- en el organigrama institucional. Es de suma utilidad para trabajar los conflictos de los más pequeños
(nivel inicial y primeros años de la escuela primaria). En todo caso, el adulto-docente deberá “despojarse” transitoriamente de ese rol para poder desempeñar con éxito este otro nuevo y, por supuesto, comunicárselo claramente a las partes. De no ocurrir esto, es muy probable que los mediantes confundan al mediador con alguien que detenta cierta autoridad legitimada en la escuela, que no se corresponde con la del conductor de este proceso.La Mediación global, integral, cruzada o “mix”: tal como se infiere de sus denominaciones es el modelo más completo, ya que estarían en condiciones de participar en el mismo cualquier actor de la comunidad educativa; esto incluye a alumnos, familiares, docentes, no docentes, directivos, etcétera. Pero atención, porque “completo y sencillo” no son sinónimos; habrá que estar muy atentos a cada caso particular: ¿entre quiénes se ha producido el conflicto?, ¿son o no pares entre sí?, ¿qué tipo de disputa los enfrenta?, ¿quién/es auspiciarán de mediadores? y, de tratarse de una co-mediación: ¿serán dos mediadores pares o de distinta dimensión? son algunas de las preguntas que deberemos saber responder “antes” de dar inicio a la mediación.Asimismo, según se encuentre previsto en cada programa de mediación, de acuerdo a los documentos institucionales que lo sustenten (P.E.I. –Proyecto Educativo Institucional–, P.C.I. –Proyecto Curricular Institucional–, A.I.C. –Acuerdo Institucional de Convivencia–, etcétera), se pueden planificar distintas formas de aplicación; algunas de ellas relacionadas con el tiempo y el lugar donde pretendan desarrollarse, otras con la currícula y otras con la preparación previa.¿Las mediaciones sirven?Espacio aparte merece la experiencia de la mediación entre pares o entre iguales o mediaciones paritarias, que tantas satisfacciones producen. Es sabido que de una crisis se puede salir fortalecido, tanto como que, a raíz de un conflicto -pasando por una instancia de encuentro-acuerdo- se pueden mejorar y profundizar las relaciones humanas.Ahora bien, en el caso de la escuela, si el que facilita estas gestiones es un alumno (mediador), entonces la experiencia puede ser fascinante ya sea desde el punto de vista personal autorevalorizándose (protagonismo, atribución de poder, etc.) como desde la óptica social (contactándose con la realidad, conociendo y comprendiendo al otro, aprendiendo de sus diferencias, etc.).Esto es “mediación entre pares o entre iguales o mediaciones paritarias”. Los pares, en general, comprenderán mejor que nadie los conflictos sin tener que realizar esfuerzos mayúsculos y ello les facilitará la tarea de encontrar solución al problema. Además, hablan del mismo modo, utilizan idénticos códigos y, muchas veces, al no relacionase directamente con las autoridades escolares, permiten que exista una mayor confianza y sinceramiento espontáneo.Además las partes cuando fueron escuchadas, respetadas e invitadas a reflexionar, se sienten importantes y legitimadas. Esta forma de mediar se ha multiplicado en la última década. Un estudio experimental realizado en Nueva York durante 1986, reveló resultados por demás alentadores. El propósito fue establecer una base empírica sobre la cual formular juicios sobre el impacto del programa; para ello se seleccionaron tres áreas: a) el efecto sobre el ambiente disciplinario escolar; b) el impacto en los estudiantes mediadores paritarios; y c) el efecto entre los contendientes estudiantes.La escuela “intermedia” que se tomó como referencia fue una institución educativa del Estado de Nueva York, donde acuden adolescentes de 6º a 8º año con una edad promedio de 13 años.En esta escuela se preparan alumnos mediadores paritarios en un curso de entrenamiento cercano al inicio del ciclo lectivo. Para examinar el impacto global del programa, se distribuyó entre todos los estudiantes y docentes al comienzo y al finalizar el año escolar, un mismo cuestionario con una gran cantidad de preguntas. Con idéntica frecuencia, otro cuestionario más amplio -que incluía preguntas relacionadas con la “autoimagen”- se empleó sólo para los mediadores paritarios a fin de evaluar el efecto del programa en ellos. Finalmente, para evaluar la efectividad del programa entre las partes en conflicto, se valoraron sus tasas de satisfacción con el proceso de mediación paritaria, su conformidad con el acuerdo y las dificultades disciplinarias posteriores.Finalmente, a la hora de evaluar la marcha del programa y tabular algunos resultados, se obtuvieron las siguientes conclusiones:Que los mediadores intervinieron, durante ese año, en 81 casos; la mitad de los cuales se relacionaba con rumores del tipo: “él/ella dijo…” y la otra mitad con acosos o peleas físicas;Que el 75% de las partes involucradas, afirmó que, de no haber sido por el programa, hubieran continuado con sus diferencias;Que la escuela registró una disminución del 16,7% en las peleas físicas, con respecto al año anterior, en el que no funcionaba el programa;Que el Programa tuvo un alto impacto positivo en el ambiente disciplinario global escolar; que ayudó a reducir el nivel de problemas disciplinarios violentos y que ocasionó importantísimos incrementos positivos en la autoimagen referenciada de los mediadores paritarios, tanto en lo social como en las actitudes vocacionales-educativas.El pedagogo español Xesús Jares sostiene que “si en la escuela tradicional la principal tarea consistía en evitar la aparición de conflictos, en una escuela democrática el conflicto pasa a transformarse en un espacio singular y privilegiado que se debe aprovechar al máximo para educar” , porque “la democracia constituye en sí misma un principio educativo, un modelo y una forma de educación” y para ello, es indispensable la participación.La disciplina, para los estudiantes -como el conflicto, para los adultos- suele tener una lectura negativa. Ocurre que, en verdad, confundimos un modelo de disciplina (duro, férreo, como sinónimo de obediencia ciega) con la disciplina en sí –que tiene que ver con la observancia de las normas-. En la vereda opuesta, encontramos el modelo (antagónico del primero) del permisivismo y el dejar hacer. Por otra parte, convengamos que la disciplina es necesaria en todo proceso educativo, aunque en la escuela democrática de hoy, atenta a lo antedicho, no estaría mal comenzar a pensar en un 3º modelo ecléctico: el de la “disciplina democrática” asentado en el diálogo, el razonamiento, la persuasión, la negociación y mediación de los conflictos.En tal sentido, debería buscarse la cohesión, integración, confianza, autoestima, autonomía, empatía, buenas relaciones, crecimiento y aprendizaje cooperativo. Por el contrario, deberían evitarse: la exclusión, el miedo y las amenazas, la indiferencia, la sumisión y el dominio, la ridiculización y la humillación, el derrotismo y la competitividad interpersonal.Por último, recordemos que la palabra disciplina deriva del latín: “discere” y significa aprender, mientras que convivencia proviene del mismo idioma “convivere” y equivale
a vivir en compañía de otro/s.Inconvenientes y ventajasAl momento de listar los inconvenientes, aparecen la falta de políticas adecuadas, trabas burocráticas para incluir contenidos afines en las respectivas currículas, carencia de presupuesto, escasez de capacitadores, resistencia y/o temor a los cambios e innovaciones.En cuanto a las ventajas, se observa que permite canalizar el conflicto a través de una senda adecuada, aprender del mismo conflicto, capitalizarlo como elemento pedagógico, facilitar la comunicación, favorecer la convivencia y resaltar los valores sostenidos por la resolución pacífica de controversias: respeto, compromiso, solidaridad, ayuda, responsabilidad y paz; entre tantos otros.Colaboración: Báez Myrian MabelLic. en Psicopedagogí[email protected]
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