Seis de cada diez muertes que se registraron en el ámbito laboral durante el año pasado se correspondieron con accidentes viales, por lo que se puede decir que la causa más frecuente de riesgo de vida de un trabajador es un accidente de tránsito, y que la mayoría se produce en el ir y volver del trabajo. De esta manera el abogado especializado en tránsito, seguridad y educación vial, Horacio Botta Bernaus, invitado por Sancor Seguros y la Organización Lovelli-Roulet, a través de Prevención ART, reveló el motivo que llevó a confeccionar un programa de prevención de accidentes en el ámbito de las empresas.Explicó que hace seis años, cuando comenzaron a trabajar la problemática vial en el ámbito de la empresa, empezó a surgir que la multiplicación de las motos como medio de movilidad de vastos actores de la sociedad, “eran las que aumentaban y hacía aún más preocupante esta cifra ya que empezó a crecer muy proporcionalmente la cantidad de motos y la cantidad de víctimas derivadas de esta práctica”. De esta manera nació esta idea “de empezar a ocuparnos con algo más que promover medidas a través de campañas publicitarias y mensajes, y hacer un curso sobre el manejo seguro y responsable de motos, tratando de cambiar una idea que hay en la sociedad que tenemos que hacer un curso de manejo defensivo. Planteamos el manejo seguro como un manejo donde no solo no quiero que me pase a mí sino que no le pase a la sociedad”.“Concebimos al tránsito como la convivencia en un espacio común de muchas personas. El manejo defensivo da la idea que yo me defiendo de los otros, y además crea la idea que lo que le pase al otro, no me importa. En el manejo preventivo o solidario lo que queremos es mejorar la formación en hábitos de conducción de vehículos a motor, pasar las mejores prácticas que podamos transmitir y no quedar simplemente en plantear frases rimbombantes como “usá casco”, “querete”, porque el casco no es la única medida que podemos transmitir”, acotó el abogado cordobés, que por el tema fue convocado por España y varios países de América Latina.Es por eso que nació este curso sobre “Manejo seguro y responsable de motovehículos”, donde se explica por donde se sube a una moto, cómo llevar a los pasajeros, hasta cosas muy concretas como qué significa manejar una moto con condiciones meteorológicas adversas hasta por donde se circula en una senda peatonal. “Tratamos que sea un curso práctico. Si bien no andamos en moto, aquel que lo hace diariamente puede sacar algunas experiencias que tienen que ver con las buenas prácticas y las mejores medidas de prevención de la siniestralidad en moto”.Reconoció que el mensaje es tan difícil de transmitir como lo es al conductor de un auto. “Lo que tenemos que hacer es derribar el mito que los que andan en motos son peores que los otros. Tenemos una sociedad dividida entre los que andan en moto y los que están enojados con los que lo hacen. Como profesional me toca dictaminar e intervenir en accidentes de tránsito”, dijo quien dictaminó en más de 25 mil accidentes con víctimas. Y si preguntan ¿quién tiene más la culpa? “Podría decir que dictaminamos culpas por igual. Los defectos en la conducción están en ambas partes. La diferencia es que los defectos, errores y transgresiones en la moto significan poner en riesgo la vida y la calidad de vida de muchísimas personas. Lo primero que tenemos que hacer es ordenar esta sociedad. El tema de la irrupción de la moto como medio de movilidad, de locomoción, vino a solucionar problemas de movilidad de muchos sectores”, acotó. El profesional dedicó un capítulo especial al sector privado, “que tiene mucho más dinamismo, más capacidad, más exigencia para mejorar la seguridad vial. Debido a la cantidad de muertes por siniestralidad vial las empresas se involucraron fuertemente porque se dan cuenta que es un problema económico, de gestión, de organización, y están dando muestras muy buenas de entender el problema y empezar a trabajar. Además cada cosa que se hace se mide el resultado. A veces el Estado hace y hace y nadie sabe si lo que hizo, sirve”, señaló.Bregó porque el sector público mire al privado y lo incorpore en esta preocupación porque “este problema no se soluciona solo desde el sector público o solo con el privado, o solo con el ciudadano. Hace falta que cada sector aporte un poquito porque es un problema complejo, difícil, no hay magia”.“Mejoramos la ruta, ponemos puntaje a los carnets, pusimos la policía vial, pero la siniestralidad vial no mejora. Lo aislado no alcanza, el problema es muy complejo, excede a la familia, al Estado, a la Escuela, a la empresa”, por lo que en este tipo de actividades “tratamos de generar que entre todos nos acerquemos y compartamos lo que aprendimos y que podamos transmitir como experiencia positiva”.“Tenemos que hacer que el poder político se preocupe por este tema. Que sepa que no hay pastillas mágicas, que hagamos programas con la mayor base de consenso en los que participe la mayor cantidad de gente porque los consensos legitiman las mediadas. Se toma una decisión y no se consulta, y a lo mejor esa obligación no sirve. También hay que dejar de bajar de Internet y creer que lo que se hizo en otro país nos sirve así como así”, aseveró."El hombre como centro"A escasas horas de arribar a Posadas, comprobó que hay un aceptado uso del casco en la zona céntrica aunque le resultó preocupante que no se abroche o ajuste porque “un caso que no está ajustado o abrochado no sirve a los fines de la seguridad vial. Puedo tener el mejor casco pero si está suelto, no sirve. Eso hay que transmitir a la gente. Desde que se pone el primer casco debe saber que necesita ser el adecuado, cómo conservarlo, cuándo hay que cambiarlo, y cómo lo usa, qué significa el mal uso, el uso del caso de adultos en los niños”, manifestó Botta Bernaus, quien busca fijar tips de distintos temas para que el auditorio tenga derecho a elegir. Además de los cascos vio otras cosas de la ciudad que le preocuparon como semáforos en lugares que no son indispensables y faces (rojo y verde) que duran demasiado. “A lo mejor los semáforos se pusieron hace 10 o 15 años y la realidad cambió. Pero el tránsito tiene una exigencia cada vez más de profesionalismo, y Argentina todavía no dio el salto de calidad”. Pareciera que el tránsito es un problema cuando se registran dos o tres accidentes graves con muertos, cuando hay mucha demanda social del tema, y “nos ocupamos un tiempo hasta que vuelve a decaer. No hay continuidad. Deberíamos pedir que cada nueva gestión presente un proyecto a mediano y largo plazo sobre qué va a hacer con el tránsito. Pero un proyecto que necesite una faz técnica, y que no facilitemos tanto las cosas, aceptando que sólo propongan aumentar las penas, poner más policías, más radares, más controles, cuando en realidad lo que tiene que hacer cual
quier programa de seguridad vial es poner al hombre en el centro. Cómo hago para que el hombre entienda que la seguridad vial es un problema de cada uno. Si empezamos no entendiendo el problema será muy difícil que el Estado solo, a través de sus funcionarios, lo logre”.
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