En este artículo, quisiera compartir con ustedes, una preocupación que evidencio en la práctica cotidiana, y merece una reflexión.Considero que uno de los fenómenos coyunturales que está afectando la educación actual es la desmotivación escolar. Son muchas las experiencias narradas por los docentes , que en el ejercicio de la practica pedagógica en los respectivos grupos, encuentran que los estudiantes en general “no muestran el interés y la motivación necesaria para mejorar sus aprendizajes”. Esto se infiere, luego de observar su participación en clase. Se los ve “en su mundo”, “no preguntan”, “no cuestionan”, “no responden”.Cuando hay apatía escolar, hay desinterés referido al aprendizaje. El alumno está físicamente presente en la clase, pero su mente está “en blanco” o concentrada en sus propias preocupaciones, o dirigido a obstaculizar, (en ocasiones) el desarrollo de la clase, de la cual se siente ajeno.La apatía es un grave problema, pues el docente puede intentar estrategias diversas para ayudar a alumnos con escasos conocimientos previos o dificultades para la comprensión lectora, pero motivar a un alumno que se resiste a aprender porque nada lo conmueve es una tarea casi imposible, sobre todo si tampoco presta atención a la estrategia motivadora que plantea el docente.La apatía , en ocasiones, se aplica a todos los ámbitos de la vida. En un taller propuesto desde la escuela sobre orientación vocacional, un profesor preguntó al grupo sobre el sentido de sus propias existencias: ¿Para qué vinimos al mundo?, esperando aunque sea que la respuesta fuera “para divertirnos”, “para pasarla bien”, “para formar una familia” “para ser feliz”. Pese a la apertura y la sumatoria de opciones brindadas, la respuesta fue un prolongado silencio. Nadie se había puesto a pensar, ni le interesaba hacerlo, sobre la finalidad de sus vidas, su fin último, por lo cual, obviamente tampoco les interesaba la finalidad del aprendizaje áulico.Al leer la reflexión sobre “la era del vacío” o “de la nada” de Lipovetsky, podemos encontrar alguna explicación a esta manera de sentir, o mejor dicho de “no sentir”, con el modelo individualista y consumista surgido de la sociedad postmoderna, donde el individuo ansía tener, pero cuando lo obtiene, eso no le brinda ninguna satisfacción, y se hunde en la depresión.Desafortunadamente para los profesores, la gran mayoría de los jóvenes no muestra el interés y la motivación suficiente para la obtención de los objetivos propuestos durante el desarrollo de las diferentes actividades académicas y a pesar de las múltiples estrategias utilizadas para lograr motivarlos no se obtienen los resultados esperados. Entonces, se hace necesario identificar algunas causas que pueden estar originando la desmotivación escolar.La desmotivación generalmente crea la existencia de limitaciones contra las que es muy difícil pero no imposible de luchar, como las bajas expectativas que se tienen acerca de la educación y actitudes inadecuadas que se tienen por parte del alumnado, malos hábitos, falta de habilidades, falta de conocimientos y además de los numerosos prejuicios que existen acerca de la educación.Desde el punto de vista educativo, la motivación juega un papel muy importante, porque constituye un factor que condiciona la capacidad para aprender. En la motivación que un alumno llegue a tener desempeña un papel fundamental la atención y el refuerzo social que del adulto reciba. Por eso son importantes las expectativas que los adultos manifiestan hacia el individuo y las oportunidades de éxito que se le ofrezcan. ¿Cómo hacer para luchar contra la apatía? Lo ideal para combatir la apatía es evitar que se produzca, una vez que se instala es difícil revertirla. * Cuando empezamos las clases, debemos detectar a aquellos alumnos que se resisten a participar.* Se debe tratar con ellos de modo personalizado, evaluando el problema y sus soluciones, incluso con la ayuda del Equipo de Orientación Escolar, si existiese. * Puede empezarse con brindarle tareas sencillas, si es que la desmotivación se basa en un problema de falta de confianza en su rendimiento.* Viabilizar opciones para conocer su situación personal y familiar, citando a los padres, para elaborar estrategias conjuntas. Un alumno que no encuentra en su familia apoyo, que lo mandan al colegio; pero cuando regresa, ni siquiera le preguntan cómo le fue, o qué tareas tiene, no sentirá que su actividad es importante. El alumno debe percibir que importa, que los adultos están preocupados por su aprendizaje, que depende de él, y que es justamente el protagonista de esta aventura, en la que se resiste a intervenir.Intentos hay muchos, y por supuesto los resultados no son siempre seguros, sobre todo cuando no hay acompañamiento familiar, pero vale la pena intentarlo. * La proyección de películas muchas veces los acerca al mundo de la imagen al que están más acostumbrados, y sobre ello se pueden plantear las tareas escolares.* La lectura de un cuento motivador; el relato de alguna experiencia, en la que ellos también puedan aportar sus propias vivencias; todo ayuda para que se sientan parte. * La motivación extrínseca puede en la mayoría de los casos despertar la motivación intrínseca. * Los retos, los cuestionamientos, sólo harán que persista más en la actitud de reticencia; más bien se lo debe alentar, imponerle desafíos, demostrarle que puede lograrlo, y sobre todo una profunda paciencia y comprensión, aunque combinados con la puesta de límites en el momento oportuno, recordando que en la adolescencia, el niño está afectado por grandes cambios en su cuerpo y en sus emociones, que indefectiblemente tendrán influencia en la actividad escolar.Colaboración: Báez Myrian MabelLic. en Psicopedagogí[email protected]
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