Rocamadour es uno de los protagonistas de un valle donde abundan los pueblos “colgados” en Dordoña, Francia. Allí los paisajes accidentados se suceden a través de valles erosionados por el río Alzou en montañas calcáreas. Sobre todo en el cauce del río se suceden pueblos como Rocamadour, increíblemente adosados a acantilados verticales, una estrategia constructiva de siglos atrás para estar a resguardo de cualquier asedio y mejorar las defensas del pueblo, además de aprovechar la zona. Rocamadour es también un sitio con fama por sus santuarios, que durante siglos convocaron a peregrinos de toda Europa, incluyendo a nobles y reyes.Recorrer la ciudad, evidentemente, requiere afrontar decenas de escalones, desde la altura junto al río, hasta las construcciones notables que dominan las vistas del valle, aunque también hay ascensores que hacen más simple este recorrido, donde se suceden iglesias históricas, paredes fortificadas y hasta un castillo.Una única calle compone este hipnótico pueblo, una “rua” de más de un kilómetro que discurre paralela al barranco. A lo largo del paseo el turista podrá comprobar que el reto puede resultar duro para las piernas, pero sumamente enriquecedor para la vista.Rocamadour está pegado a las laderas del acantilado y se compone de tres niveles. Abajo, la villa medieval. En el medio, la impresionante Ciudad Santuario y, en lo más alto dominando el valle, el esbelto Castillo.Para los menos atrevidos o para personas con problemas de movilidad, están los ya mencionados ascensores situados de forma estratégica que alcanzan los diferentes niveles.Paso a paso, el visitante irá descubriendo los comercios, restaurantes, panaderías y tiendas de souvenirs. Viejos torreones defensivos, casas de corte medieval y dos puertas de acceso al entramado urbano dan la bienvenida al visitante.Un poco de historiaCuenta la historia que en el siglo XII, el ermitaño Amadour pidió ser enterrado en una pequeña roca donde se encuentra la imagen de una Virgen Negra.Cuando se descubrió al cabo de los años su cuerpo impoluto, las voces empezaron a correr sobre el asombroso milagro. Tal hecho condujo a miles de peregrinos y curiosos hasta el lugar. La conjugación del nombre del santo Amadour y de la roca llevan al topónimo de la localidad.Grandes señores, personajes famosos y reyes llegaron en peregrinación, y de esa manera, la pequeña capilla fue creciendo hasta convertirse en uno de los íconos del cristianismo europeo e importante hito en el Camino de Santiago francés. La Gran Escalera es el principal punto de acceso para los peregrinos. Allí, 200 escalones invitan al arrepentimiento y a la penitencia. A lo largo del ascenso diversos carteles recuerdan que muchos personajes ilustres han pasado por allí. Las imágenes a la ciudad baja desde la escalinata son hipnóticas. Hay que tomarse la subida con calma, lo importante es llegar, no hacerlo antes que los demás.Fuente: Medios Digitales
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