Actividades náuticas, avistajes de fauna y agua cálida conforman un particular paisaje de playa veraniega. Varios puntos de la Patagonia local permiten vivir esta propuesta entre el sol y el relax.Viedma, El Cóndor, Patagones, San Antonio Oeste, Las Grutas, todas ciudades con extensas playas, con acantilados de imponente altura tallados por las olas en su incesante embestida. Los acantilados deslumbran por su blancura y formas, al punto que se los ve como una pared modelada en arcilla, y estas playas también sirven de abrigo de los vientos patagónicos y para la pesca, el buceo y los avistajes de fauna, actividades que se coronan con la gastronomía regional de frutos de mar.El sonido de la rompiente de las olas, el cantar de los pájaros costeros y la poca gente alrededor dan la combinación perfecta que buscan muchos viajeros entre deportes náuticos, juegos en la playa, torneos, clases de gimnasia aeróbica recreativa y hasta pesca.Toda la fauna acuática pareciera reunirse en Río Negro. Lobos marinos, ballenas, pingüinos, pulpos únicos y delfines brindan un espectáculo para toda la familia.Pero mirando hacia el oeste, la cordillera es lo que se impone. Esquí, caminatas con raquetas, paseos en motos o trineos. La temporada blanca al sur del país cobija al centro de deportes invernales más importante de Latinoamérica y lo demuestra con pistas y paradores donde aventurarse y sentirse como en casa. Adrenalina, aventura, conexión con la naturaleza y diversión. Esas son apenas algunas de las sensaciones que implican vivir el invierno en la provincia de Río Negro, paraíso argentino que cobija el centro de esquí más emblemático de Sudamérica.Los viajeros llegan desde todas partes a disfrutar de las cualidades de Cerro Catedral. La variedad de actividades que ofrece para gente de todas las edades incluye 53 pistas con 120 kilómetros esquiables y se prestan tanto para que los profesionales practiquen como para maravillarse ante los primeros contactos con la nieve, en familia y con amigos.
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