Desde 1983 radicales y peronistas entregaron el mando con el país tanto en estado crítico como medianamente en equilibrio económico. Se dedicaron a la política, los hicieron huir de ella, se autoexcluyeron o bien tuvieron y tienen sus preocupaciones puestas en causas judiciales en su contra. Caracterizaciones generales de expresidentes posdictadura militar 1976-1983:Edad promedio: más de 65. Ocupación posterior: no sabe/no contesta. Estado patrimonial: muchísimo, muchísimo más dinero que con el que ingresó al cargo (salvo un par de excepciones). Estado del país al momento de recibirlo y entregarlo: calamitoso al inicio y al final (salvo excepciones). Cómo considera su gestión: buenísima, a pesar que la oposición no lo dejó gobernar. Considera que quedará en el bronce de la historia: Respuestas varias: “ojalá”, “mmm sí”, “pero por supuesto Bernardo”, “el pueblo me llevará como bandera a la victoria”, “qué sé yo”. Desde que el país recuperó la democracia el 10 de diciembre de 1983, han pasado seis presidentes: Raúl Alfonsín, Carlos Menem, Fernando de la Rúa, Eduardo Duhalde, Néstor Kirchner y Cristina Fernández. Preferimos dejar de lado a los brevísimos Puerta, Rodríguez Saá y Camaño, porque fueron de “transición semanal”, a pesar de que en una mirada rápida de los hechos, las tintas caen con furia sobre este último, debido a la declaración del default. Aunque hoy se sabe que lo hizo para que se revisara la deuda, y evitar pagar así la parte ilegítima, pero nadie nunca le hizo caso. Raúl Alfonsín debió dejar el poder el 8 de julio de 1989. Cometió el error de adelantar las elecciones, porque de esa manera precipitó su salida. Fue corrido por la hiperinflación y diversos sectores tanto políticos como económicos que le hicieron saber que la situación no daba para más. Entregó el mando y regresó a su Chascomús natal, aunque no dejó la actividad política. Era el principal líder de la oposición, en aquellos días cuando la UCR por sí sola era un partido con gran peso específico en la escena nacional.En 1994, Don Raúl, ante el inminente quiebre de su partido debido a que una parte iba apoyar la iniciativa para ayudar al gobierno a ir hacia una reforma de la Constitución, tejió un acuerdo con Menem que luego fue conocido como el Pacto de Olivos. La reforma era una idea que venía desde el mandato de Alfonsín pero que en ese momento, Menem ayudó a impulsarla para aspirar a una reelección de mandato que antes no existía. El principal líder del radicalismo colaboró con el peronismo de Menem y a la vez se rindió ante la postura de Eduardo Angeloz, Horacio Massaccesi y Carlos Mestre, el otro sector del radicalismo. Hacia 1997, el expresidente Alfonsín también fue clave en el armado de la Alianza UCR-Frepaso para hacer frente al peronismo principalmente de cara a las elecciones generales de 1999. Alfonsín, De la Rúa, Rodolfo Terragno, Chacho Álvarez, Graciela Fernández Meijide y Dante Caputo fueron los artífices del acuerdo.Con el paso del tiempo Raúl Ricardo Alfonsín fue valorado por su aporte a la estabilización de la democracia. Fue homenajeado en la Casa Rosada por la presidenta Cristina Fernández y su esposo, el 2 de octubre de 2008. Murió el 31 de marzo de 2009. Carlos Menem entregó el poder el 10 de diciembre de 1999. Se retiró a su Anillaco natal en la Rioja. Meses antes de dejar el cargo en una entrevista en la Casa Rosada, conoció a la modelo, exmiss Universo y entrevistadora Cecilia Bolocco, con quien profundizaría los vínculos a partir de ese momento. Se casaron el 26 de mayo de 2001 y apenas días después, el juez Urso procesó y envió a prisión domiciliaria al expresidente, acusado por el tráfico de armas a Ecuador y Croacia. Luego del estallido de diciembre de 2001 y aunque involucrado en la causa, compitió en la elección presidencial de 2003. Apoyado por el descreimiento en la política de gran parte de la población y por los nostálgicos del 1 a 1, entró en el ballotage junto a Néstor Kirchner, pero optó por bajarse. En 2005 fue electo senador nacional, cargo que aún ostenta y en su rol en el recinto, fue clave para ayudar al kirchnerismo a aprobar ciertas leyes. Tanto se ha hablado que casi no hace falta recordarlo. Fernando de la Rúa abandonó el cargo el 20 de diciembre de 2001. Argentina estaba al borde del colapso. La forma en la que se fue de la Casa Rosada acuñó una frase de gran poder simbólico que seguramente quedará para la posteridad y que hoy se utiliza para menoscabar la gestión del presidente. “Se va ir en helicóptero”. Desapareció de la escena política y debió presentarse a tribunales acusado en la responsabilidad por la represión y muerte del 20 y 21 de diciembre. También debió sentarse en el banquillo por la causa “coimas en el senado”, supuestamente ocurrida durante su gestión para que se aprobara la ley de flexibilización laboral. En ambos casos fue absuelto. Retirado de la política, ocasionalmente se lo ve en programas de TV y fue parte de los actos por el bicentenario de la declaración de la independencia, junto a otros expresidentes. Eduardo Duhalde dejó el cargo el 25 de mayo de 2003, tras impulsar con el apoyo del peronismo bonaerense a Néstor Kirchner a la presidencia. En 2005 ratificó que nunca más iba ser candidato a nada. “No me pregunten más eso”. “No. Hace cuatro años que vengo repitiéndolo, diciéndolo, no me preguntan más esas cosas”, dijo el exjefe del Estado, al renovar la promesa que había hecho en sus últimos días como presidente. Hoy en día mantiene un perfil bajo, lo cual no implica que detrás de bambalinas siga activo en la política. Néstor Kirchner fue protagonista de un hecho inédito y quizás irrepetible en la historia argentina. El 10 de diciembre de 2007 le pasó la banda y el bastón presidencial a su esposa, Cristina Fernández. No ostentaba ningún cargo público pero junto a la presidenta fueron un tándem en la conducción del país. Su actividad era casi igual de intensa. Era el expresidente esposo de la presidenta. Doblemente inusual. En las legislativas de 2009 perdió la elección a diputado nacional frente al emergente Francisco de Narváez. Luego fue secretario general de la Unasur. Sufrió al menos tres episodios cardíacos antes de fallecer el 27 de octubre de 2010 en Río Gallegos, el mismo día en que se desarrollaba el Censo Nacional. Cristina Fernández no esperaba ser la expresidenta en un gobierno de la oposición. Ocurrido el desastre político para el kirchnerismo, la aún mandataria se reunió en la quinta de Olivos con Mauricio Macri. Las versiones que corrieron por las redacciones h
ablaban de un pedido de CFK para que el líder de Cambiemos pusiera un freno a las causas en las que podían tener problemas ella y sus hijos.“¡Pero yo no puedo manejar a la Justicia!” le habría dicho Macri. Lo que siguió fue un bochorno mundial. Ella se negó a colocarle la banda en la Rosada como quería el líder del PRO. Todo terminó judicializado y con Federico Pinedo con la presidencia más corta de la historia argentina. Cristina voló en clase turista a Santa Cruz y empezó a desandar el duro camino de ser una más, luego de tantos años de estar en un cargo público. El 13 abril de este año volvió a Buenos Aires a prestar declaración indagatoria por la causa Dólar Futuro. Miles de militantes la ovacionaron en el acto que se montó frente a los tribunales de Comodoro Py, mientras ella despotricaba contra el pasado sombrío de los jueces y los conservadores en el poder que repetían la persecución histórica contra los líderes populares. Exactamente dos meses y algunas horas después, los bolsos de José López cambiaron el panorama político para la expresidenta. El bloque kirchnerista del Congreso se rompió aún más, muchos de los líderes que habían sido aliados durante doce años le dieron la espalda. El 6 de julio la expresidenta volvió a tribunales para notificarse del embargo ordenado por el juez Bonadio. Afuera ya no había tanta militancia, no hubo acto, sólo el núcleo duro. CFK se retiró a su departamento de Recoleta y ya no hubo baile como en abril pasado. Fuertemente, a través de las redes sociales, medios y periodistas que recibieron jugosas pautas durante sus dos mandatos, se encargó de criticar a la Justicia y el gobierno “para unos pocos” de Mauricio Macri. Con el peronismo reconfigurándose, el senador Pichetto y José Luis Gioja la mandaron ser prudente y callar. CFK había dicho que su gestión merecía un premio Nobel de Economía y ante una consulta periodística, el senador rionegrino le contestó: “Creo que sería bueno que los expresidentes no hablaran de cuestiones de coyuntura. Acá hay un proceso cultural que hay que modificar en la sociedad argentina. Cuando un expresidente termina su mandato en general, en los países desarrollados, con niveles de democracia avanzada, no hablan. No quiero tampoco descalificar a la expresidenta”. Por su parte el exgobernador de San Juan y presidente del PJ afirmó respecto a las palabras de Cristina Kirchner: “Es muy fácil estar lejos, venir por ratos, decir un montón de cosas y después volverse. Me parece que lo que vale es trabajar todos los días, si lo quiere hacer”.Hoy vemos que la expresidenta sigue teniendo una imagen preponderante cada vez que habla, diferente a otros exmandatarios, como se ha mencionado. Pero si se analiza el por qué de sus críticas se puede arribar a al menos dos interpretaciones. Una: su rol de política, que por lo visto no renunciará mientras en el poder esté un gobierno que ella considera en las antípodas de su modelo de país. Dos: un frente judicial que se presume muy adverso y que ante la recolección de pruebas, por el momento sólo tiene para defenderse simples acusaciones de tinte político.Carlos Menem tal vez no salió a atacar a la Justicia porque confiaba en la Corte menemista, que terminó dándole la libertad. Cristina tiene en contra a los jueces federales de Comodoro Py, y con mucha razón (aunque lo niegue en público), seguro teme ir a la cárcel. El trabajo de presidente debe ser uno de los más difíciles. A veces el estrés y las complicaciones no se terminan cuando dejan el cargo. Todo depende de los errores judiciales que hayan cometido. Porque parece que esta vez y para siempre, parecen haberse roto códigos implícitos. Si cometieron delitos irán a parar ante los jueces. Ya muy pocos creen que se trate de una persecución. Ya no se puede tapar el sol con las manos. Tanto Mauricio Macri, como los que vendrán deberían hacerse esta pregunta antes y durante el transcurso de sus presidencias. ¿Cómo quiero estar cuando me vaya de aquí? Aunque con errores ¿reposar en la tranquilidad del trabajo bien hecho? ¿En el bronce del reconocimiento? o ¿tras las rejas? Si lo toman en cuenta ellos, todo el país estará agradecido.Colaboración: Lic. Hernán Centurión
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