Más de veinte días pasaron desde que una joven tuvo piedad de Juan Acuña, un misionero que quizá, como tantos otros, eligió buscar mejor suerte en la gran ciudad, pero la vida resultó dura y lo encontró, ya entrado en años, cansado y enfermo, viviendo en la calle. La joven levantó su foto en Facebook, donde rápidamente se viralizó. Sin embargo, pese a la difusión de su imagen y de su historia personal, aún no hubo respuestas para este hombre.Dos semanas más transcurrieron así, en las que, si en la tierra colorada el frío se hizo sentir, en Buenos Aires caló hasta los huesos, como sólo allá sabe hacerlo, mientras él ansiaba noticias de su provincia natal, aguardando en la esquina de Paseo Colón y Chile, en el barrio porteño de San Telmo.Juan recuerda a sus hermanas, Germina y Esutazia Acuña, pero la memoria no le alcanza para decir su número de DNI, por lo que se complica aún más tener información sobre su situación y dar con su familia, por eso sólo puede apelarse a la suerte, que alguien lo reconozca y lo reencuentre con la vida que seguramente merece.“Todas las mañanas miro si respira”La joven no sólo le sacó una foto a este hombre en situación de calle, sino que cada día pasa por allí para saber cómo está. “Hoy le hice un fuego, estaba sentado en el piso, con el frío que hace. Le puse las medias, estaba duro como piedra. Pero nadie hace nada, todos pasan a su lado pero nadie se apiada”, comentó a PRIMERA EDICIÓN “Ro López” (así se la encuentra en Face para ayudar a Juan), y aseguró que se cruza con él camino al trabajo. “Todas las mañanas voy rápido y miro si respira”, confesó a este diario, “a veces está levantado, porque cuando está bien él madruga, pero hay días en los que permanece acostado, tapado con algunas frazadas y cartones. Esta situación es insostenible”, remarcó indignada. Sin respuestas López mencionó además que se comunicó con la Casa de Misiones, porque “se supone que tienen una función una social, me dijeron por mail que iban a ver qué podían hacer, pero sigo esperando, nunca tuve una respuesta”.“También le ofrecí llevarlo a un asilo, pero él no quiere ir. Acá esos lugares son terribles, están llenos de adictos, de personas violentas, por eso supongo que prefirió la calle, el frío, la lluvia”, detalló la joven, a quien este misionero le confesó que en la tierra colorada alguna vez se dedicó a las labores de campo.Juan espera que su familia en Misiones lo reconozca, lo busque, lo saque de las calles y lo cobije en ese hogar perdido. Más que un abrigo para el cuerpo ansía uno para el alma, pasar sus últimos días rodeado de sus seres queridos. Que su historia tenga un final feliz sólo depende de la solidaridad de quien lo reconozca y lo reúna con sus hermanas o lo que queda de su familia.
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