Quizás, repitiendo la rutina de todos los días, al bajar en la estación Facultad de Medicina, María caminó unos pasos hasta la panadería cercana y compró sus tres facturas de todos los días. Luego, tomó la calle Pasteur y, casi a mitad de cuadra, entró al edificio donde venía a cumplir con su tarea cotidiana. Y los consabidos saludos y besos propios de cada mañana, antes de sentarse en el escritorio a su cargo.No muy lejos de allí, sobre la calle Larrea, a una cuadra y media de la avenida Córdoba, Simón abría su negocio de ropas, esperanzado como cada día en que la jornada sería fructífera y las ventas cubrirían sus expectativas. Miró hacia el cielo y, como cada día, murmuró entre dientes una plegaria de agradecimiento a ese Dios que siempre había sido tan generoso consigo.Un poco más allá, Juan y Lucía entraban al Hospital de Clínicas luego de haber ido a un bar cercano a beber un café y tomar un breve descanso antes de iniciar la extensa recorrida diaria de pacientes. Habían pasado toda la noche en la guardia hospitalaria y ahora debían acompañar a docentes y estudiantes, asistiendo a la exposición de cada caso. “Espero sea rápida y no mucha la tarea hasta el mediodía, cuando termine nuestra jornada”, se esperanzó Lucía. “Sí, la noche fue intensa, movida como siempre y pudimos dormitar muy poco”, acotó Juan.Salvo estos dos últimos entre sí, aunque todos rondaban en la misma zona, ninguno se conocía. Se habrían cruzado en la calle o el bar, quizás, pero sin saber uno del otro. Estaban próximos a vivir una historia trágica, común, que los forzó a trabajar hombro con hombro, venciendo el propio miedo y desazón.Sólo faltaban diez minutos para las 10 de ese inolvidable 18 de julio de 1994…Así podría comenzar una historia, narrando la antesala del terror, de lo que ocurriría esa mañana, a las 9.53, en el edificio de Pasteur 633, donde hoy, ya reconstruida y renovada, aún funciona la sede de la Asociación Mutual Israelita Argentina (Amia). A esa hora, un coche-bomba lo redujo a escombros, matando a 85 de sus ocupantes, dejando 300 heridos y marcas indelebles en cientos y miles de personas que vivieron de manera directa o indirecta ese cruel e incalificable atentado.Fue el más brutal ataque terrorista ocurrido en el país y el mayor contra la comunidad judía desde la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Dos años antes, el 17 de marzo de 1992, otro estallido similar provocó 22 muertes y 242 heridos en la Embajada de Israel en la Argentina y ambos con una historia posterior común: las investigaciones terminaron en punto muerto. Argentina había entrado al mundo del terror internacional.Sospechas, procesamientos, distraccionesHubo sospechas, inculpaciones, aprietes, sobornos, detenidos, procesados y la separación del juez original de la causa y de autoridades políticas y policiales de entonces, reclamos internacionales, intervención de organismos de inteligencia extranjeros, marchas y contramarchas. A 22 años de ocurrido, salvo el creciente volumen de los expedientes, todo sigue diluyéndose en una maraña de intereses políticos y diplomáticos que lo transforman, al menos por ahora, en un callejón sin salida, un impasse.La Corte Suprema de Justicia de la Nación, responsable constitucional de la investigación del estallido en la Embajada, ya cerró la causa; y la Justicia federal, del ataque a la Amia, sigue atrapada en una telaraña sin fin.También fueron muchas las distracciones como para desviar la causa. Una de las más recientes fue la muerte (¿suicidio o crimen?) del fiscal especial para la causa Amia, Natalio Alberto Nisman, el 18 de enero de 2015. Llamativamente coincidente con el inicio de la inmediata campaña presidencial de hace un año, sembró aún más sospechas sobre las posibles responsabilidades en ella y sus razones, en relación a la causa investigada por el fiscal.Generó también el procesamiento de dos presidentes argentinos. El del momento de ambos atentados, Carlos Saúl Menem (1989-1999) juzgado, junto al primer juez de la causa Juan José Galeano y otros funcionarios de entonces, por encubrimiento. Más recientemente, Cristina Elizabet Fernández de Kirchner (2007-2015) por las responsabilidades que pudieron caberle por el ahora derogado tratado con el Estado Islámico de Irán para permitir avanzar en la llamada “pista iraní” e interrogar en ese país a algunos de sus funcionarios sospechados.La ex Presidenta ya fue sobreseída en doble instancia; en tanto, está próxima la etapa de juicio oral en el caso del procesamiento de los primeros y Galeano fue destituido de sus funciones como juez federal el 3 de septiembre de 2005.Colaboración: Alcides Martín PelozoPeriodista
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