La gran sorpresa de esta campaña electoral estadounidense, el multimillonario empresario Donald Trump, alcanzó este jueves el número de delegados necesarios para convertirse en el candidato presidencial republicano, tras superar una masiva campaña en su contra, inclusive de su propio partido. Inusualmente sobrio y moderado, Trump se declaró “honrado” de haber alcanzado en las urnas la mayoría de los delegados necesarios para imponerse en la Convención Nacional Republicana de julio próximo, en la que la fuerza opositora elegirá formalmente a su candidato a suceder a Barack Obama en la Casa Blanca. Trump necesitaba sumar 1.237 delegados, y varios de ellos que por la ley de sus estados no están obligados a votar por el candidato por el que fueron electos, anunciaron su apoyo al magnate, que llegó a sumar así 1.238, uno más que los que necesitaba para, en teoría, garantizarse su triunfo en la convención. Lejos de llegar a la Convención Nacional con esa mayoría ajustada, todo indica que Trump sumará muchos apoyos más en el supermartes del próximo 7 de junio, en el que los republicanos deben elegir 303 delegados en cinco estados, entre ellos, California, el de mayor caudal electoral del país. Conocida su nominación, Trump mantuvo una conferencia de prensa, en la cual prometió “bajar los impuestos a todos” y desregular la economía, ya que, afirmó, “alrededor del 75% de las regulaciones actuales son terribles para el país”. “Las fuerzas del mercado para mí son hermosas”, sentenció el multimillonario. Trump se mostró más calmado, cauto y evitó reiterar sus promesas y propuestas más controvertidas. Cuando le preguntaron si seguía apoyando una bloqueo para todos los musulmanes que quieran ingresar al país, simplemente respondió: “Vamos a buscar una solución al terrorismo radical islamista”. La victoria de Trump en las primarias republicanas marca el desenlace de una travesía llena de controversias, peleas intestinas de la oposición y, ante todo, de sorpresas. Del chiste a la realidadCuando el 16 de junio del año pasado, Trump y su esposa, Melania, bajaron al lobby del edificio emblema del empresario en Nueva York, la Trump Tower, en una escalera eléctrica con la canción “Rocking in the Free World” de Neil Young de fondo y anunciaron su intención de competir dentro de la interna presidencial republicana, nadie lo tomó en serio. Los chistes rápidamente se convirtieron en advertencias, reacciones indignadas y acusaciones cuando Trump, como precandidato presidencial, dijo que los mexicanos que cruzan la frontera son “violadores”, cuando prometió construir un muro entre Estados Unidos y México, y cuando propuso prohibir la entrada al país de todos los musulmanes por un tiempo indeterminado. Su discurso racista, sumado a sus críticas a mujeres y su recurrente táctica de insultar a detractores y rivales en la interna presidencial, le ganaron de inmediato el repudio de prácticamente toda la cúpula republicana y de los funcionarios de ese partido en Washington y en el resto del país. El aparato partidario republicano intentó apoyar a varios de los precandidatos moderados, pero ninguno logró robarle el impulso al magnate inmobiliario, quien uno tras otro ganó 31 de los 50 estados en el sur, norte, este y oeste del país, en las regiones más conservadoras, en distritos con un importante número de latinos e, inclusive, en grandes ciudades. Pese a los esfuerzos del establishment republicano y una masiva campaña anti Trump, los otros 16 precandidatos presidenciales tuvieron que aceptar que no podían convencer a los electores y, para principios del corriente mes, Trump ya era el único aspirante opositor en carrera para la Casa Blanca. Sin más opción y como un efecto dominó, congresistas, senadores y miembros de la cúpula republicana anunciaron su apoyo al empresario multimillonario y comenzaron las reuniones para suavizar las diferencias y lanzar una campaña unida de cara a los comicios generales de noviembre próximo. Sin embargo, la “victoria aplastante” de Trump, según la calificó el propio candidato, todavía no convenció a todos los referentes políticos de la oposición. Durante la conferencia de este jueves, el magnate contó que habló otra vez por teléfono con Paul Ryan, el presidente de la Cámara de Representantes y el principal líder republicano en el Congreso e hizo un esfuerzo por bajarle el tono al hecho de que aún no recibió su apoyo. Fuente: Télam
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