Aunque la trama pareciera cinematográfica, en este caso puede decirse que la realidad superó a la ficción: acaecido el doble crimen mafioso del barrio Tacurú, cuando las cartas comenzaban a barajarse, apareció un as en la manga que definió la partida a favor de la Justicia.Sin que nadie lo supiera, la Justicia Federal seguía hacia meses a Sebastián Vega y allegados a él a partir del decomiso de un importante cargamento de marihuana en la localidad bonaerense de Campana.Un juez Federal de esa jurisdicción autorizó la intervención telefónica al celular de Vega y otras personas, sospechadas de vinculaciones con una organización ligada al narcotráfico, sin imaginar jamás que escucharía las conversaciones de la víctima y las personas que planificaron su asesinato incluso minutos antes de que sucediera.La Policía Federal, en ese entonces, remitió un pormenorizado informe al juez Federal que autorizó las escuchas telefónicas en el que detalló que uno de los ’escuchados’ había sido asesinado junto a un amigo, identificado como Rodrigo Ibarra, entre la noche del 16 de diciembre y la madrugada siguiente.Anoticiado de semejante revelación, el magistrado dispuso la remisión de todas las actuaciones, incluidas las conversaciones infiltradas, al juez que investigaba el doble asesinato. Es decir, el titular del Juzgado de Instrucción 3 de Posadas, Fernando Luis Verón.El análisis de esa información arrojó novedades reveladoras que encausaron la pesquisa hacia una potencial resolución.Así, los investigadores pudieron saber que el ciudadano paraguayo que ahora, a pedido de Verón, es buscado incluso en el plano internacional, utilizó el celular de Sebastián Vega para comunicarse con un socio de Virasoro, Corrientes, minutos antes del trágico desenlace que se cobró la vida de Vega e Ibarra.Los pesquisas creen que esa comunicación fue la señal de que el doble homicidio estaba a punto de concretarse.El detalle de las conversaciones llegaron a la Secretaría de Apoyo a Investigaciones Complejas (Saic) y al juez Verón.Con la identidad del hombre que usó el celular de Vega, se inició su búsqueda en silencio, sin “levantar el avispero”, como se dice popularmente. En un principio se pensó que podría encontrarse en Ciudad del Este; luego en la localidad bonaerense de General Villegas.Incluso, Verón solicitó, vía exhorto, la detención del sospechoso a la Policía bonaerense. En el pedido adjuntó una fotografía del ciudadano paraguayo.Como el resultado de la búsqueda fue negativo, el magistrado se decidió finalmente por librar la orden de captura internacional a Interpol.El optimismo en los investigadores misioneros es mayúsculo; son conscientes de que la resolución del caso está cerca.El ciudadano paraguayo es uno de los involucrados. La Justicia cree que hay, cuanto menos, dos más. Uno participó activamente y gatilló una de las armas que acabaron con Vega y Rodrigo Ibarra. El otro creen que fue el responsable ideológico.El trasfondo del doble crimen fue, sin dudas, el oscuro mundo del narcotráfico.Todo puede serRodolfo Trinidad fue acribillado a tiros la noche del 20 de octubre pasado, cuando conducía su camioneta marca Nissan 4×4.A la altura de la avenida Martín Fierro y calle Zabala, una utilitaria blanca se puso a la par y desde adentro se produjo una ráfaga de disparos.Alrededor de trece disparos nueve milímetros dieron en el chasis y en el cuerpo de Trinidad.Ahora, el juez Fernando Verón podría ordenar que se comparen los proyectiles secuestrados en la escena del hecho con los recogidos en el lugar donde mataron a Vega e Ibarra. Por las estrías podrían saber si fueron disparados por la misma pistola.
Discussion about this post