Trepidante, astuta, movediza y apasionante es la política argentina. Hace dos meses veíamos a Cristina Kirchner en la disputa por la entrega de la banda y el bastón. Ahora, recluida en el sur y con ocasionales apariciones en videos caseros filmados por militantes nostálgicos, aparece dando aliento ante “el gobierno de las corporaciones y para unos pocos”, según acusan sus hijos políticos. Sólo 50 días después de dejar el poder, el kirchnerismo sigue siendo una fuerza con millones de militantes repartidos por todo el país. Pero el 10 de diciembre le brotó un moretón en la cabeza que con el correr de las semanas se convirtió en una herida. Para muchos el golpe se lo dieron ellos mismos. Así lo cree por ejemplo el expresidente uruguayo José Mujica: “el gobierno no lo ganó Macri, lo perdió el peronismo”. El kirchnerismo fue una erupción que apareció bajo la mirada de Eduardo Duhalde, y que doce años después se convirtió en un ente autónomo, que dejó de abrevar en el histórico PJ para creer que el peronismo entero eran ellos. Visiones ilusorias del poder como dicen por ahí. Con el Estado en sus manos y la posibilidad de usar los fondos públicos a su parecer después del gran apoyo popular en las urnas, blandieron los recursos para disciplinar a los díscolos. El cordobés Juan Manuel de la Sota fue uno de los que no se agachó y debió acudir a la Justicia para que su provincia obtuviera Aportes del Tesoro de la Nación (ATN) y fondos previsionales adeudados.Otro ejemplo del poder kirchnerista fue su emblemática juventud. Alfonsín tuvo la Junta Coordinadora Nacional, De La Rúa el grupo Sushi, que se quedó sin tiempo para levantar vuelo y La Cámpora, que surgió con el hijo de la expresidenta y creció gracias a que tuvo lugares y financiamiento del Estado. Con Máximo como el principal referente, las elecciones de 2011 les abrieron las puertas de par en par. Pero para que eso sucediera Cristina cerró otras. La CGT de Moyano había pedido algunas llaves al menos para bancas en el Congreso. Golpearon, nadie les abrió y quedaron mascullando bronca, que después fue canalizada en un duro enfrentamiento del líder camionero con la presidenta. Ella decidió potenciar a La Cámpora. Y así vimos a Axel Kicillof en el Ministerio de Economía, “Wado” de Pedro como secretario general de la presidencia, “El cuervo” Larroque en la cámara de Diputados de la Nación, José Ottavis diputado en la provincia de Buenos Aires y Diego Bossio como director de la Anses. La juventud del PJ de la época de Perón elogia su pasado de militancia apasionada, sin esperar nada a cambio. “No teníamos un mango pero nos organizábamos, no esperábamos ningún cargo y luchábamos igual por el peronismo” decía Julio Bárbaro. La Cámpora contó con la gran fortuna de llegar a cargos en el gobierno gracias Cristina y Néstor. Los amigos de Máximo estuvieron de parabienes. El crecimiento de ese grupo político es “explicado por su acceso al Estado”, decía Bárbaro. Como decían las abuelas, “nacieron con el pan debajo del brazo”. Ese espacio político vinculado con la juventud kirchnerista, iba a tener su ampliación territorial en la provincia de Buenos Aires cuando Daniel Scioli ganara la presidencia y Aníbal Fernández hiciera lo propio. Pero eso no ocurrió, se frustraron los planes para los de abajo. Kicillof, Larroque, Ottavis, De Pedro y Bossio y el líder, Máximo, fueron los únicos grandes referentes que quedaron en alguna estructura de poder.El triunfo de Macri y Vidal les anticipó una salida a las caras menos conocidas que ocupaban alguna dependencia estatal.“Leales como Héctor J.Cámpora” Cuando surgió la idea de formar una agrupación política que aglutinara a la juventud kirchnerista y se nutriera de la fuerza que dotan esos “años mozos”, para apoyar al Gobierno (o para hacer “travesuras” con escraches a periodistas u opositores), pensaron en un nombre que significara lealtad. Hay que recordar que Héctor J. Cámpora fue un dirigente elegido por el conductor del movimiento justicialista para que encabezara la lista en las elecciones presidenciales de 1973. Perón aún estaba en el exilio y el plan era que cuando Cámpora ganara, se retirara del Gobierno para llamar a elecciones. Así, Juan Domingo iba poder presentarse a los comicios. Y así fue, Cámpora fue leal, cumplió su palabra. De ahí surgió entonces el nombre de la agrupación de Máximo Kirchner. Pero después de varios días de rumores, este último miércoles ocurrió una antítesis de lo que supuestamente debería ser La Cámpora. La lealtad quedó reducida a una especulación política. El bloque del Frente para la Victoria en la cámara de diputados terminó quebrándose. ¿Quién fue, quién fue? preguntaron en tono desafiante los desatentos. Fue de parte de alguien que nadie hubiera esperado. Alguien de posturas amables y dialoguistas, lejos de los discursos de barricada de Kicillof o Larroque. Una tapado, una oveja que se animó a esquilarse. Diego Bossio. Los diputados kirchneristas ya se lo veían venir. La semana anterior, el ex Anses y actual legislador, había mantenido reuniones con Sergio Massa, quien a su vez junto a Juan Manuel Urtubey, son los “peronistas” que apuntan a una nueva forma de hacer política. Desde la construcción, para beneficio de la Argentina y no lo que supuestamente es característico del kirchnerismo, la confrontación destructiva. Diego Bossio fue quien operó dentro del bloque para que otros 14 diputados que responden a dirigentes provinciales se salieran del espacio K. Dicen que fue una estrategia de Cambiemos para negociar apoyo en el congreso a cambio de obras para las provincias. Suena a extorsión y ante tanta operación política dando vueltas, no se puede afirmar eso de ninguna manera. Sobre todo porque eso lo hizo Cristina Kirchner en sus dos mandatos y Mauricio Macri supuestamente vino para derribar esa forma de sumisión al poder central. La ruptura del bloque también puede interpretarse como una regla no escrita dentro de esa jungla tan diversa que es el peronismo: “el partido pasa factura a los que pierden la elección”. El kirchnerismo nos hizo tener “la peor derrota de la historia”, dijo Juan Manuel Urtubey. Esa mezcla de Pero-kirchner-ismo perdió ante (como lo había bautizado Cristina) el “partido vecinal” de Macri. Por eso, estos últimos días, aunque aplaudieron por arriba a CFK, en la cumbre del PJ, los “peronistas” le hicieron saber a los kirchneristas: “ustedes quedan en capilla”. El 8 de mayo habrá internas y ese día se verá eso que tanto se escuchó desde la derrota de Néstor en las legislativas de 2009: “al kirchnerismo lo das por muerto y se levanta
”. Pero en lo concreto, Macri logró lo que se veía muy difícil apenas terminaron las elecciones del 25 de octubre. Va camino a lograr apoyo del peronismo para aprobar leyes, dejando relegada a la posible dura traba que iba ser el kirchnerismo en la Cámara baja. Ya en el recinto, cuando se levanten las manos, o el tablero electrónico marque que Cambiemos logró aprobar proyectos, más de una mirada kirchnerista va caer con fuerza sobre el diputado Bossio. El que hizo punta para romper el bloque va tener que andar todo el año con aspirinas para el dolor de cabeza. Ya lo miran mal. Como el exjefe de gabinete de Néstor, Alberto Fernández, devenido hoy en dirigente del massismo. “Lo que llama mucho la atención es que con la misma vehemencia con la que clamaban por Cristina ahora se manifiestan en contra de ella. Eso es lo que da vergüenza”.“Me parece que acá hay una situación de oportunismo político: Diego Bossio es un emergente en este conflicto que va a durar diez minutos en el escenario político”.Eso está por verse. Porque Néstor Kirchner hizo lo mismo con Duhalde y construyó la transversalidad que duró doce años en el poder. Bossio no es Néstor, pero si hablamos de políticos reciclados, hay tantos en Argentina que hasta “se puede hacer jugo”. Hoy los traicionados de la política levantan como consuelo las banderas de Héctor J. Cámpora. Porque para los nostálgicos todo tiempo pasado fue mejor. Y porque lealtades, “lealtades eran las de antes”. Por Lic. Hernán Centurión
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