Las salas de espera de los obstetras dejaron de ser, hace mucho, un espacio exclusivo de las mujeres y ya prácticamente no hay “panzas” sin un papá a su lado aguardando el llamado del médico. A las visitas deviene, indefectiblemente, la sala de parto, un espacio al que también supieron arribar para sostener, desde su primera bocanada de oxígeno, a esa pequeña vida, una “moda”, tal vez, felizmente celebrada por las mujeres, que ya no deben atravesar solas el momento de dar a luz. Sin embargo la presencia masculina no se quedó aquí, fue un poco más allá y, hoy por hoy, son cada vez más los hombres que saben de pañales, óleo calcáreo, toallitas para bebé y mamaderas. Ariel Pianesi se sumó a esta nueva movida masculina y presentó un proyecto, que se aprobó, para que baños públicos y privados cuenten con cambiadores para bebé, sin embargo aún no tuvo respuestas.Durante los primeros días de diciembre, el Concejo Deliberante dio el visto bueno a la iniciativa, por lo que convirtió en una obligación que se cuente con espacios acordes para el aseo de los pequeños.Oportunamente, el concejal radical expuso que “la existencia de estos cambiadores en sanitarios de ambos sexos no sólo garantiza los derechos a una vida sana, sino también, reivindica el rol del padre en el cuidado familiar y favorece a una mayor igualdad de género”. Sin embargo, un relevamiento de este diario encontró que sólo una cadena de supermercados cumple con esta obligación, incluso el comercio reparó en pocos días el espacio destinado a este fin y que, como lamentablemente pasa muy seguido, el público no supo cuidar.Cada vez más papás full timeEn los últimos años se generó un nuevo paradigma de paternidad. Según una encuesta del Observatorio de tendencias de Trendsity, “el 97% de los hombres está de acuerdo en que existe un mayor involucramiento en el cuidado de los hijos que en otras épocas y el 90% afirma que los roles de género no son tan estrictos como en otros tiempos y los hombres tienen más ‘permiso’ para ser más sensibles, así como las mujeres para ser más estrictas”.Un cambio que la licenciada en psicología Pamela Araoz explica que se debe a que “anteriormente se consideraba el acceso a la paternidad como una dramática crisis para las relaciones de pareja, se decía que la llegada del primer hijo traía efectos negativos para la relación entre la madre y el padre, sin embargo, esta idea fue cambiando y si bien es cierto que la llegada de un hijo modifica las actividades compartidas por ambos cónyuges y suele acarrear cambios en la distribución de roles entre ellos, la calidad y frecuencia de la relación conyugal se ve levemente alterada, a medida que pasa el tiempo surge una estabilidad en la evolución de cada pareja”. Esta nueva forma de asumir el rol genera algunas ambivalencias, “puesto que las mujeres valoran el cambio de rol pero en muchos casos también ellas quieren llevar adelante la crianza, generando una tensión que ya comienza a revertirse y la idea de que el varón colabora o ayuda pero es la mujer la responsable del cuidado pronto será parte del pasado”, aseguró.Esta mayor responsabilidad y compromiso, cuyas causas son muchas y variadas, pero están estrechamente ligadas a los nuevos modelos de estructura familiar, la incorporación de la mujer con más fuerza al mercado laboral, la flexibilización de ciertos horarios y factores de evolución cultural, cada vez más natural, depende de cómo se haya enfocado desde el principio, ya que “si el cambio de roles se deriva de una situación repentina (el padre deja de trabajar y la madre comienza), la convivencia y la adaptación pueden estar transitoriamente llenas de ciertas dificultades, pero todo será cuestión de tiempo y organización”, mencionó la psicóloga.Hay estudios que demuestran que los pequeños cuyos cuidados están compartidos entre mamá y papá encuentran beneficios, como una doble protección, por ejemplo, se llevaron a cabo estudios que reflejan que los niños cuidados principalmente por los padres, cuando se hacen daño o se asustan, durante el día o por la noche, buscan a papá o a mamá, indiferentemente. Y es así como queda lejos el papel del padre como figura “distante y algo temida” de la casa. Araoz subraya que “el padre y la madre se dirigen a los hijos de manera distinta. Mientras las mujeres tendemos a adoptar una actitud sustitutiva, el padre lo estimula, es decir, cuando el niño no puede vestirse solo, la mamá corre a arroparlo, mientras el papá le dice ‘vamos, vamos, primero la cabeza, luego los brazos’; por eso es tan necesaria la figura de ambos en la vida que se está formando”.Este nuevo modelo está rompiendo con el antiguo modelo de paternidad ligado al poder y este nuevo concepto poco a poco va calando en la sociedad, abriendo así un nuevo horizonte a la familia, su planificación e inserción en la sociedad.
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