Fueron diez días de conflicto. Fueron diez días de escuela cerrada con candado porque docentes y padres tomaron la decisión de que, hasta tanto una autoridad competente se haga cargo de lo que había que hacer, a la escuela no entraba nadie. Diez días después de iniciado el conflicto, representantes del Consejo General de Educación (CGE), docentes y padres se sentaron en una mesa y acordaron varias cuestiones. Algunas de ellas se cumplieron, pero toda la parte relacionada a la infraestructura de la escuela, cinco meses después, está pendiente.Al menos así lo manifestaron docentes de la institución de esta localidad, en diálogo con PRIMERA EDICIÓN. “Algunas cosas se arreglaron, pero muy por arriba, todo está casi como estaba en aquel entonces”, relató a este diario Mirta Espínola, una de las docentes de la institución. Fue justamente Espínola, junto con otras maestras, las que comenzaron con las manifestaciones en la escuela. Su problemática era otra: habían sido sancionadas por no cumplir el viejo horario de doble turno y por atenerse a la cantidad de horas que le exigía la jornada extendida de su escuela. Fueron tres las maestras quienes a fines de mayo pasado se encadenaron a la espera de una respuesta ante la decisión que se había tomado con ellas. El hecho atrajo la atención de los padres que, de paso, comenzaron a conocer las condiciones en las que sus hijos daban clases, comían y hacían educación física.Tras eso, los preocupados padres se unieron al reclamo de las maestras, y exigieron que la cuestión edilicia se sume a un posible acuerdo entre las partes. Después de diez días de conflicto, las mejoras en infraestructura no estuvieron en el acta que se firmó, pero de igual manera se destrabó el conflicto. “Dentro de aquella acta no se especificó nada con respecto a las cuestiones edilicias: pasa que los chicos dan clases en el Salón de Usos Múltiples (SUM) a falta de aulas, y los baños no tienen agua, además de que hay cables eléctricos al alcance de los alumnos. Este reclamo de los padres quedó afuera del acuerdo y son problemas que todavía tenemos”, explicaron los docentes. Además, otros de los principales problemas eran las paredes rajadas, los techos caídos, los cables eléctricos al alcance de los chicos, que en el baño debían tirar agua de un tarro porque no andaban las cadenas, entre otros. “Para algunas cosas vino personal de la Municipalidad e hizo arreglos mínimos, pero fueron cosas como tapar agujeros, todo lo eléctrico sólo se tapó y arreglaron algunas instalaciones donde se encuentran algunos cursos. Pero no mucho más, los problemas más importantes como la falta de salones o un comedor, siguen igual a como estaba”, relató Espínola. Nada de construcción“Nos prometieron mejoras en el edificio, iban a hacer un tinglado para el playón deportivo, más dos aulas y un comedor, porque los chicos dan clases en el SUM y comen en el lugar donde les agarra la hora del almuerzo”, relató Espínola. Justamente, uno de los principales problemas que presentaron es que los alumnos daban clases en el SUM a falta de salones o tenían las clases de educación física a la tarde y bajo el sol, porque el playón no era techado. “Eso es así todavía”, explicaron las maestras. Otro problema, que los chicos comían en el salón de clases, porque no había un comedor. Esto también sigue siendo así. “Seguimos comiendo en los salones, y uno de los grados ahora se encuentra dictando clases en la sala de los maestros, cuando llega el recreo salen y los docentes nos podemos reunir, pero durante las horas de clases ese es su salón. Nos vamos acomodando como podemos”, señalaron.
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