El episodio ocurrió en el paraje Monte Alto, hacia las afueras del municipio de San Vicente, presumiblemente durante la madrugada del 5 de febrero pasado. El peón rural, de 38 años, que se ganó la confianza del patrón y de hecho tenía su propia vivienda en la propiedad, aprovechó esa circunstancia para cometer un hecho bestial: abusar sexualmente de la pequeña hija de su empleador, una indefensa criatura de sólo cuatro años.Ahora, atrapado y sin salida por el cúmulo y contundencia de pruebas en su contra, Marcos Ariel Viana Da Silva, tal como fue identificado el imputado, confesó su responsabilidad penal para acceder a un juicio abreviado.A través de su representante legal, acordó con la fiscal del Tribunal Penal 1 de Oberá, Estela Salguero de Alarcón, una condena a trece años de prisión por el delito de “abuso sexual con acceso carnal”.Una las pruebas más contundentes contra el depravado fue el propio relato de la niña, recepcionado como es habitual en este tipo de causas a través de la Cámara Gesell.Al parecer, hasta los instructores no evitaron quebrarse ante el desgarrador relato.No fue el único indicio contra Viana Da Silva, que aunque su apellido no aparente es de nacionalidad argentina. Los médicos del Cuerpo Médico Forense efectuaron un hisopado a la pequeña en una pericia clave porque permitió, con posterioridad, encontrar los rastros genéticos del atacante en una muestra de semen.Es decir, al relato de la menor se sumó la prueba de ADN; dos pruebas concluyentes que sepultaron cualquier coartada del acusado.Por esta razón, y no por una cuestión de arrepentimiento, al menos solamente, Viana Da Silva terminó por confesar su responsabilidad penal.Hubiera podido ir a juicio oral, pero hubiese sido sentenciado sin dudas a la pena de quince años de cárcel, el máximo previsto por el Código Penal para el delito de “abuso sexual con acceso carnal”.De esta manera, además, se evita el escarnio de que su rostro aparezca en los medios de comunicación masiva. No tanto por él; sino por sus familiares.La condena fue homologada por los jueces José Pablo Rivero, Francisco Aguirre y Lilia Avendaño, concluyó el vocero consultado.“Mamá, ¿me podés cambiar la ropa?”“Mamá, ¿me podés cambiar la ropa?”, le habría dicho la víctima a su madre la madrugada del 5 de febrero, poco después del calvario, si existe alguna calificación para semejante barbaridad, que le tocó vivir.La mujer, que obviamente dormía, pensó que la pequeña “se había hecho pis”.No obstante, una circunstancia llamaba su atención: su hija no paraba de llorar; se mostraba exageradamente nerviosa y no dejaba de temblar. Entonces la llevó hasta su habitación y la subió a la cama para cambiarla.Allí pudo observar las lesiones genitales que presentaba. Incluso, observó una pequeña mancha de sangre en la prenda íntima de la nena.Ante la pregunta sobre el origen de la misma, aquella adujo que se había cortado con un cuchillo; lo que sembró más dudas en la mujer.La madre insistió hasta que su hija se quebró y relató incluso que el depravado la amenazó de muerte si contaba lo que había sucedido.En la reconstrucción judicial se pudo establecer que Marcos Ariel Viana Da Silva sacó a la pequeña de su habitación, la llevó hasta un galpón de tabaco, la ató contra un poste y allí, la accedió carnalmente vía anal, tapándole la boca para que no gritara.El informe médico efectuado horas después confirmó que la menor presentaba esquimosis y desgarro en la región perianal.Con la resolución del Tribunal Penal 1 de Oberá, conocida en las últimas horas, Viana Da Silva fue trasladado a la Unidad Penal II de esa ciudad, donde tendrá tiempo suficiente para arrepentirse.El encuadre legal del casoMarcos Ariel Viana Da Silva reconoció su responsabilidad penal en el caso para acceder a un juicio abreviado, que de todas maneras no le fue muy provechoso.Hubiese llegado a juicio oral por el delito de “abuso sexual con acceso carnal”, tipificación que prevé un mínimo de seis años de cárcel y un máximo de quince.En este caso, acordó con la fiscal Estela Salguero de Alarcón una condena a trece años de prisión; es decir dos menos que el máximo.Más allá de las cuestiones legales, tendrá tiempo suficiente para arrepentirse de lo que hizo a una niña indefensa, de sólo cuatro años de edad.
Discussion about this post